miércoles, 10 de noviembre de 2010

22.- Jake Carter: LLamada

Pii... Pii... Pii...
-¿Diga? ¿Diga? ¿Quién es?
Colgué, no podía hablar con mi madre.
Mierda, no podía volver a enfrentarme a ella después de tantos días, aunque fuera por teléfono.
Joder, no, tenía que hacerlo. Y volví a marcar.
Pii... Pii...
-¿Si? ¿Quién es? ¿Es la misma persona que llamó antes? Oiga, si esto es una broma...
Colgué de nuevo. La dije cosas que no debía haberle dicho, tenía que haber callado como llevaba callando desde entonces.
Uno, dos, tres... Respiré profundamente. Cuatro, cinco, seis... Miré a mi alrededor, no fuera que alguien necesitase de verdad la cabina. Siete, ocho, nueve... Miré la foto de la cartera, ¿por qué seguía teniendo la foto de mi tercer cumpleaños en la que salía con mis padres? Va, yo que sé, seguramente por la pereza que me daba quitarla. Diez... Venga ahora sí que sí, tenía que hablar.
Pii...
- Mira, hijo de puta, o me dices qué quieres o te juro que te arrepentirás de estar llamándome y colgándome, maldito...
-Mamá, soy yo, Jake.- Casi escupí.
-¿Jake?- La sorpresa de mi madre era manifiesta- ¿Has sido tú todo este tiempo?
-Sí, es que...
-Serás...- Iba a insultarme de alguna forma, normal, yo lo haría en su lugar, pero en vez de eso me dijo.- Vuelve a casa, te echamos de menos.
-No creo que sea lo mejor. Con vosotros las cosas cada vez están peor, no tengo trabajo, mi mejor amigo a saber dónde está, su hermano al final conseguirá que yo también me hunda en la mierda...
-Ian ha vuelto, y también está muy preocupado por ti, al igual que los otros chicos de la banda.
-¿Ian ha vuelto?- Repetí incrédulo.
Mi madre me contó todo lo que sabía sobre el juicio y lo que había estado haciendo mi amigo. Me sorprendió que no me dijera nada por preocuparme más por Ian que por ella y mi padre. Pensándolo bien, no era tan extraño, sabía de sobra que si no fuera por él seguramente hubiese acabado en algún callejón con una paliza encima más pronto que tarde.
Hablamos un rato más, pero pronto se me acabó el crédito. Por una parte quería volver, parecía que todo volvería a ser más o menos como antes, pero por otro... Sabía que era imposible, pues ahora existía una rubia por medio. Y yo estaba con Tyra cerca de Malibú.

sábado, 25 de septiembre de 2010

21.- Josh Livesey: Noticias inesperadas

Cualquiera que me viese pensaría que era un acosador, escondido tras una esquina cercana al juzgado donde se celebraba la última vista en la que se juzgaba a Ian, Jessi, y el hermano de ésta. La gente fue saliendo a cuentagotas del edificio, pero de ella no había ni rastro.
5 minutos, 10 minutos, 15 minutos, 20 minutos y ya me iba... Jessica Dickinson salió, vestida con una camiseta rosa pálido que se ajustaba a su pecho y caía ligera sobre su abdomen, unos pitillos negros muy estrechos y unas sandalias negras con un taconazo de infarto. Joder, si no estuviéramos en la situación en la que estábamos, la propondría que se viniera a dar otro baño, como en aquella ocasión. Me acerqué a ella,con la intención de preguntarla qué tal había ido todo y que si nuestro hijo podría crecer en libertad junto a ella. Sin embargo, no me esperaba su reacción, se sorprendió mucho al verme, incluso dio un ligero respingo. Como veía que no tenía demasiadas ganas de hablar, decidí dejarme de tanta formalidad con la que me estaba yendo por las ramas e ir directo al grano:
-¿Cómo va el embarazo? No se te nota nada...
-No te habrás creído...- Comenzó.
-Mira,- La corté- sé que esto es muy raro, pero quiero que sepas que me tendrás para lo que necesites, al fin y al cabo yo también tuve parte de culpa.
-¿A ti te faltó oxígeno al nacer, o qué? A ver si te queda claro, ¡NO ESTOY EMBARAZADA! Era todo un engaño para sacarte la pasta. Dios mío... Cómo se puede ser tan imbécil...
Bajó las escaleras negando con la cabeza, como si quisiera reafirmar mi credulidad. No lo voy a negar, me entraron unas ganas increíbles de matarla.
Por suerte, en ese momento también salió Ian con otra chica. A pesar del rencor que aún le guardaba, me alegraba de verle. Fuimos a un parque cercano, donde me presentó a su hermana Laura y nos pusimos al día de lo acontecido durante su ausencia; él me contó como se había deshecho del móvil y todas las pertenencias con las que le pudieran reconocer, a excepción del permiso de conducir, ya que lo necesitaba para ir alquilando coches; por mi parte, yo tampoco tenía gran cosa que contarle, porque por supuesto no iba a decirle lo de la estafa de Jessica. De hecho, sólo había una cosa realmente importante que justamente recordé cuando ya me iba:
-Ahora que ya estás de nuevo aquí y que no hay razones para que vuelvas a dejarnos tirados, el que se ha do es Jake. ¿Qué pasa, os habéis puesto de acuerdo para que cuando aparezca uno se marche el otro?
La cara de Ian era de completo asombro, que pasó rápidamente al pánico, igual que la de Laura. AL final iba a resultar que era verdad lo que todo el mundo me decía, que era gilipollas y siempre la cagaba. No pude preguntar el porqué de sus expresiones, se dirigieron al coche de Laura sin ni siquiera despedirse.
En ese momento, me di cuenta que tal vez Jake no fuese la persona que nos había vendido a Bexx y a mí.

lunes, 30 de agosto de 2010

20.- Bexx Livesey: Primer encuentro.

Mi habitación era el reino del silencio y la luz dorada de los rayos de sol del mediodía que se colaban entre las persinas. No sé por qué eché, por primera vez, de menos el tic-tac de aquel viejo despertador de mesilla que había sido sustituído hacía tantos años por uno digital. Me giré, dándo la espalda a la ventana, buscando un poco más de oscuridad que no encontraba. Podría cubrirme con la sábana, pero el calor era sofocante.
Enfocado por un rayo de luz, que parecía estar dirigido hacia esa parte del armario, se encontraba un marco de fotos azul con espirales plateadas; dentro, una vieja foto de unos amigos en la playa. Tal vez, no fuera tan vieja, apenas un par de años...

-Oye, cariño, ¿por qué no vienes a jugar un poco?- Me preguntó Seth mientras corría hacía mi toalla donde me encontraba tomando el Sol.- Me van a dar una paliza...
Me incorporé un poco, y me puse las gafas de sol a modo de diadema para verle mejor. Suspiré de forma casi imperceptible; qué suerte tenía, mi novio era como Steven Strait en "La Alianza del Mal", pero con algunos años menos.
-Seth, después de jugar al volley 3 horas durante prácticamente toda la semana, lo último que me apetece es echar un partido.
-Como quieras, pero que sepas que mi muerte recaerá sobre tú conciencia.
Volvió sobre sus pasos con aspecto avatido mal fingido para que yo me decidiera a ir con él. Funcionó, terminamos ganando el partidillo.
Risas y más risas que se intercalaban entre baños, carreras y fotos, y que hacían de aquel día de playa un día perfecto, el día que se recordaría al rememomar el verano del 2008.
Al atardecer dimos un paseo por Third Street Promenade. Las terrazas de las cafeterías estaban a rebosar, al igual que los puestos, donde se concentraban un montón de turistas para llevarse un recuerdo de la playa de Santa Mónica. Según avanzábamos, unos acordes de guitarra, que el resto parecía no oir, iban llamando mi atención. A los pocos metros vi a un par de chicos tocando frente a una cafetería; dos chicos completamente normales, haciendo lo que muchos hacían: ganarse un dinero con la música. Sin embargo, no pude obviar la letra de su canción.
-...You think you have the perfect life, the perfect family, the perfect friends. But you only have the perfect lie...
Esa canción parecía estar escrita para mí. Todo mi mundo era una gran mentira, como una obra de teatro en la que yo representaba a la actriz principal, pero que no teminaba de creerse su personaje ni el del resto de actores.

Recuerdo las tremendas ganas de que me entraron de ahogarme en los ojos azules del cantante... ¡Oh, Jake! Hiciste que mi vida cambiase y ahora... ¡Ahora ya no estás! Por favor vuelve, te necesito tanto...
Abrí los ojos de golpe.
¡¿TE NECESITO?!

miércoles, 18 de agosto de 2010

19.- Ian Bardelli: El juicio

Ya ni sabía cuántos kilómetros había recorrido en mi huida y, ahora, vuelta a casa. Sólo esperaba que Jessica no me hubiera mentido y que hubiese encontrado un buen abogado, o como me había dicho "el mejor abogado, uno que nos dejará limpios". ¡Pufff! En qué lío me había metido...
Todo fue rápido, mucho más rápido de lo que jamás habría pensado. Recordé lo que me dijo Jake al finalizar el concierto, que para él había sido un visto y no visto. Tal vez lo que te produce un mayor nerviosismo por la importancia que pueda llegar a tener en tu vida pasa así, rápido. Tonterías; los exámenes finales se me hicieron eternos en su día.
Unos minutos antes de finalizar la vista del juicio, mi abogado llamó a un último testigo, alguien que nadie se imaginaba: mi hermana Laura. Estaba muy cambiada desde la última vez que la vi en persona, hará ya tres años; cierto era que nos habíamos pasado fotos y alguna vez habíamos realizado alguna videollamada, pero era distinto verla allí, a escasos metros de mí y tan formal.
-Ian no sería capaz de meterse en algo así.- Contestó cuando le preguntaron por mi presunta involucración en el asunto de las drogas.- No es tan inconciente como yo.
-Entonces, ¿qué crees que hacía en el lugar de la redada? Y también, ¿por qué huyó si no tenía que ver nada con ese mundo?
-Después de que yo me fuera a San Francisco, supongo que él siguió manteniendo contacto con mi ex, James Dickinson, y su hermana ,Jessica, con la que siempre se llevó bastante bien. Tal vez, fuese a ver a Jessica, y al verla tan asustada y sabiendo que tenía antecedentes por culpa de Dick, seguramente quiso ayudarla. No fue la forma más adecuada, ni siquiera la más inteligente, pero estoy segura de que no huyó porque tuviera algo que ver con la venta de estupefacientes.
Se hizo el silencio, seguido por un leve murmullo en la sala. Ojalá estuviera convenciendo a los miembros del jurado...
-Y usted,- Prosiguió el abogado- ¿En alguna ocasión se vio envuelta en los "negocios" de James Dickinson?
-No, por eso me fui. Ya tenía suficientes problemas en casa como para buscarme más fuera.- Respondió Laura para finalizar.
La próxima cita sería al día siguiente a las 5 de la tarde. Yo tenía que estar en todo momento localizable, pero no quería ir a casa, no sabía como mirar a la cara a mi familia sin morirme de la vergüenza; el único problema era que no tenía dinero ni para alquilar una habitación de motel de carretera. Por suerte, mi hermana se ofreció para pagarme una habitación en el mismo hotel en el que ella estaba alojada hasta que supiese el veredicto.
Antes de ir a nuestras respectivas habitaciones, fuimos a cenar a un restaurante cercano un poco. Hablamos de lo ocurrido en este tiempo, de lo que podían cambiar las cosas. Ella había pasado de ser una adolescente con un futuro de conflictividad a una joven que, tras prepararse y seguir estudiando, había entrado a trabajar hacía unos meses como recepcionista de una importante empresa; por mi parte, hice que se cumpliera el destino que siempre me esperó, meterme en asuntos que me quedaban demasiado grandes.
-Laura, tengo algo que confesarte.- Comencé sin apartar la vista de mi plato en el que jugaba con las patatas fritas.- Yo... Yo soy culpable. He vendido droga.
Mi hermana dio una calada profunda al cigarrillo que fumaba y expulsó el humo con delicadeza entre sus labios pintados.
-Lo sé, pero no pienso dejar que Franky terminé suicidándose porque no aguanta más a papá y mamá y no tiene quien le sirva de apoyo.
Clavé mis ojos en los suyos. Tenía razón. Ella no volvería, y aunque volviese, no conseguiría mantenar a flote a Franky como yo. No podía desaparecer de su vida.

lunes, 19 de julio de 2010

18.- Jake Carter: El límite.

Todos tenemos un límite. Sabía que no debí haberme portado así con Franky, y mucho menos, con mi madre, pero era el momento de reventar.
Ian llevaba en paradero desconocido cerca de dos semanas, y en los últimos días, Franky se había quedado a cenar y, ya de paso, a dormir en mi casa. La verdad es que no me importó en un principio, total, Franky era casi como mi propio hermano pequeño, y yo sabía que para él yo era su segundo hermano mayor, pero nunca he tenido paciencia de sobra. Puedo aguantar un lamento, dos, incluso, si estoy de buen humor, hasta tres veces, eso sí, nunca de seguido; y eso fue lo que me pasó con Franky.
Llevaba rayándome la cabeza ya mucho con que si pobre de él, que ahora qué iba a hacer, que todo era culpa suya, que no entendía por qué sus hermanos le abandonaban sabiendo lo que ocurría en casa, bla, bla, bla, bla...
Dejé el boli sobre la mesa, respiré hondo y le dije, con el tono más calmado que fui capaz de expresar, dada mi situación:
- Deja de quejarte de una maldita vez, Francesco. Ian es mayorcito como para elegir lo que hace o deja de hacer, y eso no quiere decir que me parezca bien la mierda en la que se ha metido.- Maticé al ver la cara de espanto que ponía Franky.- Sólo digo que tu hermano sabía a lo que se arriesgaba, pero aún así, decidió que era la mejor forma que tenía para ayudar en casa.
-¿Pero de qué estás hablando?
-Cómo que de qué estoy ablando.- No me lo podía creer.- Tú en qué mundo vives, ¿eh? ¿Te crees que con la mierda de sueldo de tus padres y de tu hermano da para pagar todas las facturas? No es que estéis con el agua al cuello, no, ¡es que ya estáis medio ahogados!- Di un golpe en la mesa, asustando a Franky.- Y encima tú... ¡Eso!, sigue soñando con que todo en la vida te va ir bien, que conseguirás ir a la universidad cuando acabes el instituto... Siento decirte que no aceptan los números rojos de la cuenta bancaria en la matrícula.
Terminé jadeando, debido a la rabia que había ido soltando. El niño ya me tenía más que harto con sus quejas tontas de mundo de algodón de azúcar.
Conmocionado, se levantó despacio de la silla y se largó sin hacer ruido. No supe si había ido a casa o dónde, pero me daba igual, mientras no hiciese ninguna tontería.
Por la noche mi madre me preguntó, resignada, cuántas veces más se quedaría Franky a pasar la noche en casa. Le expliqué lo ocurrido aquella misma tarde, y con una tímida sonrisa dibujada en los labios, me dio las gracias. Antes de soltar otra vez alguna burrada por la boca, me levanté y me dirigí a mi cuarto, pero mi padre me ordenó que me volviese a sentar y que no me levantase hasta que todos hubiésemos acabado la cena.
-¿Quieres que vuelva? Muy bien, pues vuelvo.- Me acerqué a la mesa, colocándome junto a mi madre.- Eso sí, no pienso probar un solo bocado más, sólo le voy a decir a mi madre que supere de una jodida vez lo del accidente, porque no fue ella la única víctima, tú también perdiste un hijo y yo, a un hermano. Te estás martirizando tú solita, mamá.- Añadí ahora dirigiéndome directamente a ella.- LLevas igual 16 años y ya empiezas a cansar.
Dejé a mi madre llorando y me marché, pese a que mi padre no dejaba de gritarme que si salía por la puerta, no me molestase en entrar de nuevo en mucho tiempo. Sinceramente, ya me daba igual todo. Lo único que lamentaba era que no tuviese aún el permiso del juez para conducir, sino, cogería el coche y conduciría sin destino fijo, lo más lejos posible.
Sin otra alternativa mejor, comencé a andar, intentando que el cabreo se me pasara. Hasta que me vi a las tantas de la madrugada en un puente sobre la autopista, a un salto de la completa libertad.

miércoles, 14 de julio de 2010

17.- Josh Livesey: ¿Qué más puede pasar?

Me había despertado a mediodía con la voz del doctor Charlwood en la habitación de al lado. No le entendía, sólo sabía que estaba ahí y que me había jodido un magnifico sueño que me fue imposible de continuar; qué oportuna es la gente...
Ya en la mesa, con la comida servida, pregunté por Bexx, porque era bastante raro que no estuviese ya sentada enfrente mío y metiéndose conmigo por dormir tanto, aunque todos sabemos que en el fondo a ella también le gustaría quedarse hasta las tantas en la cama. No bajaría, me dijo mi madre, se encontraba mal; claro, por eso había estado allí el doctor.
Comí rápido y fui a visitarla a su cuarto, teníamos cosas sobre las que hablar. Me la encontré sentada en la cama, apoyada en una montaña de cojines y almohadas, mirando por la ventana sin ver nada. En cuanto oyó mi voz, cambió su expresión, mostrando sus verdaderos sentimientos. Dejé que llorase sobre mi hombro hasta que se desahogó y pudimos hablar bien.
-Josh, ¿cómo es posible? Una cosa es que necesitara el dinero, pero otra muy distinta es que se diera a la fuga con esa... esa... ¡Arg! ¡Maldita sea!- Cogió uno de los cojines de su espalda y lo lanzó con toda su fuerza al suelo.- Si me lo hubiera dicho, yo podría haberle ayudado.
-Pero Bexx- Comencé calmado para que no se alterase más,- Ian no sabe que vivimos en Pacific Palisades, ni que mamá es la abogada de una de las familias más influyentes de Los Ángeles, ni que papá es uno de los arquitectos más importantes de Estados Unidos, ni que...
-¡Basta! Estoy harta de este doble juego, deberíamos decírselo, total, papá y mamá ya lo saben.
Me quedé perplejo. Estaba loca. Primero fue ella la que dijo que nada de que supieran nuestros orígenes en el grupo para que nos aceptasen y ahora, ¿quería que se lo contásemos? No la di una leche para quitarla la tontería porque la veía realmente mal, porque sino...
Se me quedó mirando, como esperando una respuesta más que por lo de decírselo a estos, por lo de nuestros padres. Seguramente recordaba lo ocurrido cuando llegamos a casa mejor que ella: los gritos de mi madre cuando rompió el jarrón de la entrada, las preguntas de mi padre por nuestro estado, Bexx contestando más de la cuenta acerca de a qué nos dedicábamos y que papá no era quién para llamarnos "hijos"...
-¿Lo saben ya?- Opté por hacerme el tonto, como siempre y como había aprendido de mi madre.
-Ohhh... Pues que anoche se me debió de ir un poco la lengua... ¿De verdad no te acuerdas?
Negué con la cabeza, intentando parecer un poco asustado y un poco disgustado a la vez. Un suspiro de alivio salió de la boca de mi hermana, conseguir su felicidad a veces era muy fácil.
Justo cuando abrió la boca para decirme algo más sonó mi móvil. Miré la pantalla, número oculto; no sé por qué descolgué, nunca cogía esas llamadas, pero el caso es que lo hice.
-Hola, Josh. ¿Me recuerdas?- Preguntó una voz dulce al otro lado de la línea.
Tardé un poco en reconocerla, pero en cuanto lo hice salí de la habitación de Bexx para no darla otro disgusto.
-¿Qué quieres, Jessica? La policía te esta buscando.
-No me digas. ¿En serio?- Ironizó.- ¿Y por qué crees que te llamo? Después de aquella noche hice algunas averiguaciones sobre ti. ¡No sabía que fueras tan buen partido!
-¿Qué quieres?-Repetí, esta vez cabreado por su comentario.
-Que me des el dinero necesario para contratar a un buen abogado que consiga que Dick se pase en la cárcel el menor tiempo posible y que Ian y yo quedemos sin cargos, así vosotros no tendríais que buscar a otro guitarrista y yo no te volveré a molestar..., al menos en un tiempo.
-Yo no tengo tanto dinero.
-Pues sácalo de debajo de las piedras de tu jardín, que ahí seguro que lo encuentras.- El tono dulce del principio cambió bruscamente a otro amenazante.- Si no me lo das, tendrás problemas.
-¡Ja! No me hagas reír, quieres.- Me cansé de ir de bueno.- Mira, niñata, a mí nadie me amenaza, no eres la única que puede conseguir a gente para dar palizas.
-Está bien, tú ganas. Entonces, tendré a tu hijo en la cárcel o donde quiera que me manden.
Tuve que agarrar el móvil con mayor fuerza para que no se resbalase de las manos ante la sorpresa. ¿Mi hijo? Pero eso no podía ser...
Una risita cantarina al otro lado del teléfono me devolvió a la realidad:
-No hay ningún método 100% fiable, Josh. Bueno como veo que te he convencido, podrás dejarme el dinero en la dirección que te mando, voy a estar allí hasta el martes.
Un sudor frío comenzó a recorrer mi cuerpo. Me parece que el que iba a necesitar ahora al doctor Charlwood era yo.

sábado, 26 de junio de 2010

16.- Bexx Livesey: A veces es mejor no levantarse

Jamás volvería a beber. Dios..., mi cabeza... ¿Cómo era capaz Josh de hacerlo tan amenudo y estar al día siguiente tan bien? Y lo peor era que casi no recordaba nada, así que me obligué a pensar lo ocurrido anoche.
Veamos, el concierto había estado genial, de eso me acuerdo perfectamente. Luego, no sé por qué me dejé convencer para ir a ese antro, al que llamaban la DF (a saber lo que significan esas siglas...). ¡Puag, qué asco! Menuda gentuza... Los tíos eran unos babosos que no dejaban de intentar manosearme, pero yo, en vez de plantarles cara, me emborraché. ¿Pero por qué? A ver, piensa, cabecita loca...
La música a tope, de mejor o peor calidad, me reventaba los oídos y no dejaba de buscar la salida para largarme de ahí en cuanto pudiese. Mi queridísimo hermano me había abandonado en cuanto vio en la barra un grupo de tías; qué majo que era el cabrón de él. Tenía la opción de ir con Ian, que parecía no estar disfrutando tampoco demasiado, pero me negaba, era demasiado orgullosa. De repente, vi a Jake acercarse colgado del cuello de una tía y con un brillo en los ojos que conocía demasiado bien de haberlo visto en los de mis amigos cuando íbamos a alguna fiesta.
A partir de aquí todo comenzó a estar borroso en mi cabeza. La chica esa comentó algo de que Jake tenía razón, que yo era una niña porque, en vez de estar divirtiéndome, estaba sentada con cara de asustada. Fue entonces cuando le cogí el vaso que tenía en la mano y me lo bebí de un trago. Creo que la noche fue de mal en peor, hasta que alguien me sacó de ese lugar con mi hermano y llegamos en taxi a casa, pero tampoco estaba muy segura...
En la cocina estaba mi padre tomando su café con tostadas mientras leía el periódico con las noticias locales de la tele puestas de fondo.
-Buenos días.- Bostecé mientras cogía la botella de leche de la nevera. No sabía cómo iba a ser capaz de meterme algo al estómago sin vomitarlo, pero tenía que aparentar normalidad.
Mi padre no contestó, es más, me ignoró por completo. Extrañada, me senté enfrente de él, y comencé a darle conversación. Nada. Ya me harté y le tiré el periódico al suelo; tal vez fuese demasiado infantil...
-¡Papá, contestame!
-¿Ahora vuelvo a ser tu padre? Anoche no decías lo mismo.
Me quedé estupefacta; no me moví ni un centímetro, salvo cuando un escalofrío recorrió mi cuerpo.
¡Oh Dios mío! Así que no había sido una pesadilla... ¡Mierda! Dicen que sólo los niños y los borrachos dicen la verdad, y yo conté una que hacía dos años prometí no decir jamás.
Mientras mi padre me pedía explicaciones de mi comportamiento y defendía su actuación, yo no dejadaba de rezar para que mi madre se hiciera la loca como tan bien sabía cuando algo no le gustaba y que Josh estuviese tan borracho como para no acordarse de nada.
Por casualidad, intentando evadir el sentimiento de culpa por lo que había provocado, mi mirada se posó en la tele. Hablaban de una redada antidrogas en un piso de Northridge, nada interesante, hasta que oí a la reportera decir:
-... La policía sigue buscando a James Dickinson, uno de los principales distribuidores de la red.- Y mostraron la foto de su ficha policial, un chico de casi 30 con el pelo practicamente rapado y mirada desafiante.- Así mismo, se busca a los ocupantes de este coche que se dio a la fuga, uno de los cuales se cree que es la hermana de James Dickinson, Jessica Dickinson, de 17 años y que están viendo en sus pantallas junto al coche...
Me fijé en la chica, tan joven y con ficha policial tanbién... El coche me sonaba mucho, a pesar de la oscuridad, podía distinguir perfectamente el dibujo de un tigre naranja fosforito sobre el gris metalizado del capó delantero, ese del que Ian siempre se quejaba por no poder quitar.
Uní todas las piezas en mi cabeza. Noté como me faltaba el aire.
Oscuridad.

jueves, 24 de junio de 2010

15.- Ian Bardelli: Celebración amarga

El concierto fue un éxito. Jamás pensé que todas las predicciones de Jake fueran a cumplirse, ¡pero lo hicieron! Al finalizar todos los grupos, incluso el público nos pidió que volviéramos a salir para tocar una última canción.
Ojalá no la hubiese cagado a principio de semana, sino, ahora estaría bailando con Bexx en vez de estar aquí en la barra de la discoteca vigilando a Jake para que no se pasase demasiado bebiendo; esto de hacer de niñera era una mierda, sobre todo cuando tenía que verle darse el lote con Tyra. Esa chica nunca me dio demasiada buena espina, siempre aparecía rodeada de los tíos que habían triunfado en algo, pero claro, Jake esto nunca lo quiso ver, se pilló por ella de lo lindo, aunque no lo reconoció nunca.
Aún recuerdo el baile de graduación. Yo fui con Amy, mi vecina, en plan amigos para echarnos unas risas,y Jake, con Tyra. Todo el mundo se quedó boquiabierto cuando les vieron aparecer juntos, era muy...raro, sí esa es la palabra: el rockero "antisocial" con la con la tía buena fiestera del instituto. En fin, supongo que los polos opuesto se atraen, ¿no? Aunque, en el caso de Tyra yo siempre pensaré que más que los polos opuestos a ella lo que de verdad le atrae es la posibilidad de éxito.
La última canción de David Guetta retumbaba por todos lados. Era inevitable no moverse al son de la música, pero a mí no me apetecía. Suspiré. ¿En qué me había metido? Le diría a Dick que, sintiéndolo mucho, lo iba a dejar, no quería terminar de arruinar mi vida. Por otra parte, había perdido la oportunidad para siempre de poner un poco de color en mi vida con Bexx, pero eso ya lo tenía practicamente superado.
-¡Eh, tío, no te quedes ahí! Cualquiera diría que se te ha muerto alguien!- Josh se colocó a mi lado mientras pedía otra bebida.- Ven y te presento a unas tías que acabo de conocer, están buenísimas.
Se notaba que le empezaba a hacer efecto el alcohol que por ley aún no debería poder tomar, si no, no estaría tan amable conmigo.
-No gracias, creo que algo me ha sentado mal.- Mentí.
-Como veas...- Se dio media vuelta para irse de nuevo, cuando de pronto retrocedió.- ¿Has visto a mi hermana?
Negué con la cabeza. A los pocos minutos, sin embargo, supe perfectamente donde se encontraba. Se había formado un círculo de personas alrededor de un chaval y una chica que le pegaba,Bexx. Me acerqué allí, abriéndome paso entre la multitud. Sin mediar palabra, la agarré y me la llevé en brazos, no fuera que ocurriese algo peor, pese a que no dejaba de patalear para que la soltase. Buff...No me fiaba de que ni ella ni Josh pudiesen conducir hasta su casa, así que les llamé un taxi.
Una vez se fueron, me encargué de Jake, ya era hora de que volviésemos a casa. Le costó separarse de Tyra, pero al fin, casi a rastras, conseguí llevármelo. Clavé la mirada en la carretera, intentando no prestar atención a las tonerías que mi amigo decía. Cuando le dejé en casa, asegurándome de que estaba perfectamente, no me molesté en ir a casa. A estas horas de la noche sabía de sobra dónde encontrar a Dick.

viernes, 18 de junio de 2010

14.- Jake Carter: Sorpresa

Era el día. Creí que nunca llegaría, y menos después de lo ocurrido en los últimos días. Sin embargo, la gente es capaz de sorprenderte, y es que ni Bexx ni Ian faltaron una sola vez a los ensayos. Era extraño, apenas se miraban, pero conectaban perfectamente.
Un tío negro, tan grande como un armario de dos puertas y media, saludó a Ian amistosamente. La verdad es que Darious siempre me ha dado respeto, por mucho que le conociese y supiese que era un tío cojonudo.
-Ian, ya sabes lo que dijo el de arriba- Le dijo señalando a unas escaleras que llevaban al despacho del director de la sala.- Si no teníais un grupo en condiciones, no os dejaría actuar.
Ian señaló con la cabeza a Bexx y a Josh, que acababan de llegar y miraban todo con curiosidad. Un silbido salió de la boca de Darious nada más ver a la rubia.
-En cuanto vea a la chica os dejará actuar sin pensárselo dos veces.
Ambos se echaron a reir, llamando la atención de Bexx, que puso mala cara. En el fondo me dada un poco de pena, tenía que ir enseñando tal vez demasiado y eso no le molaba nada.
Después de hablar un rato con el señor Kellerman, conseguí que nos viera tocar una canción. Su cara era un mensaje indescifrable: le gustábamos, pero no tanto como para darnos una oportunidad, ¿o igual sí?, no sé, no sé... Frunció el ceño y resopló. ¿Y ahora cómo iba a explicar a los mellizos que no podríamos tocar? ¿Y yo qué iba a hacer? El horizonte soleado que se me había estado dibujando se cubrió de nubarrones negro de golpe.
-Está bien, tocad.- Dijo al fin el señor Kellerman.- Total, nos han fallado el segundo grupo... ¿Por qué no ibais a reemplazarles?
De nuevo el Sol brilló.
Ensayamos hasta que llegaron el resto de grupos. Madre...Había de todos los estilos musicales.
Una vez dejamos todo preparado, nos fuimos a cambiar. Los tíos íbamos bastante normales, todos con vaqueros más o menos oscuros y luego, Josh, con una una camiseta de manga corta azul oscura, Ian, con una de tirantes negra y yo, con otra negra pero de manga corta con el dibujo de una calavera medio desteñida. Bexx salió del baño, donde se estaba preparando, y un asombro general recorrió la pequeña sala que nos había tocado: pelo alborotado, camiseta palabra de honor a rayas granates y negras, shorts negros, cinturón de pinchos y converses negras altas de estas de edición limitada que sólo tienen 4 en todo el mundo; si a todo esto le añades su maquillaje, resaltando esos preciosos ojos azules que tiene, se la podría describir en una palabra: sexy.
-Cerrad ya la boca, que parece que nunca habíais visto una tía.- Nos soltó acompañándose de una mirada desafiante.
Qué carácter tenía la niña, Dios...
La espera se nos hizo interminable. De pronto, un técnico nos vino a avisar de que era nuestro turno. Cada uno ocupó su sitio en el escenario; yo estaba al frente y veía a todo el mundo. ¡Horror! Me estaba quedando en blanco, notaba que mi voz me fallaría en cuanto abriese la boca, no iba a ser capaz de cantar...
El bajo de Bexx hizo retumbar el suelo. La guitarra de Ian comenzó a despertar de su sueño. Me tocaba, pero no podía, me había inundado el pánico.
Y de repente, la batería de Josh. Eso sólo quería decir una cosa, que yo ya había empezado a cantar. La tensión se fue de golpe al comprobar que todo estaba saliendo bien y que la gente estaba como loca con nosotros.
Entonces, entre esa multitud de caras indistinguibles, la vi, y me sonrió.

viernes, 28 de mayo de 2010

13..- Josh Livesey: No sabía lo acertado que estaba....

Bexx siempre había creído que ella era la lista, y yo, para no hacerle añicos su perfecto mundo, nunca le había llevado la contraria. Pero a veces viene bien recordarle que no todo es como ella piensa.
Hace un par de días le dije que había visto a Ian con otra, una morena muy guapa. Al principio, hizo como si no le importarse, e incluso se mostró un poco fría. La miré fijamente mientras le decía la mayor verdad del mundo: la conocía mejor que nadie y sabía que tenía que haber algo entre ella e Ian si tan bien conectaban musicalmente. Mientras se lo decía tuve que aguantar la risa...¡Benditos mensajes de texto!
Terminó por aceptar que estaba con él, pero no me preguntó acerca de la chica. ¡Buff, menos mal! ¿Cómo le iba a explicar que yo conocía demasiado bien en un aspecto a esa chica de 17 años?
Ahora venía otra prueba en la que tendría que seguir demostrando mi "tontería". Ian había sido pillado por banda y conducido hasta la cocina de Jake por mi hermana. Hice creer a Bexx que estaba echando una partida a la play con Jake, pero en realidad estaba más a su conversación que a la carrera de coches.
-Eh, tío, si vas a estar en la Luna mejor no jugamos.- Me advirtió Jake tras ganarme por cuarta vez.
-Shhh.- Le hice callar.
Acababa de oír a mi hermana gritarle que a qué estaba jugando si salía con varias a la vez.
Cuando Jake vio mi cara de concentración lo entendió y se puso a escuchar también.
-Bexx, no es lo que piensas, Jessica sólo es una vieja amiga de la familia.
-No soy tonta, Ian, y no me gusta que me tomen el pelo, así que o me das una razón convincente para creerte u olvídate de mí.
Se hizo un largo silencio. Jake y yo nos miramos. No sé por qué me daba que los dos conocíamos a Jessica, aunque por razones bien distintas.
-Jessica fue durante un tiempo como mi cuñada. Hace poco nos volvimos a encontrar y me ofreció su ayuda con un problema poniéndome de nuevo en contacto con Dick. Eso es todo.- Terminó diciendo Ian.
-¿Su hermana estaba con Franky? Pero si es un crío...
-¡Qué va!- Se rió para volver a ponerse serio en pocos segundos.- Su hermano estuvo con mi hermana. No te he hablado antes de ella porque no tenemos mucho contacto...
Me quedé boquiabierto ante la noticia. Mi padre siempre decía que el mundo es un pañuelo y que todo el mundo se conoce. Iba a empezar a creerle.
Sin embargo, no fue hasta que Bexx dijo la siguiente frase cuando Jake también se quedó muerto:
-Vendes drogas.
-¿Cómo...?
No pudo terminar. Bexx salió corriendo, y yo tras ella sin conseguir alcanzarla. De vuelta a casa de Jake me crucé con Ian, que ni tan siquiera se atrevió a mirarme a la cara. Me entraron ganas de liarme a ostias con él ahí mismo, pero me controlé. No iba a malgastar mi precioso tiempo en una basura como él.

sábado, 15 de mayo de 2010

12.- Bexx Livesey: Pasado

Como en el juego del escondite, estaba buscando a alguien. Encontré a Ian cuando salía del baño de la casa de Jake y, sin mediar palabra, le volví a empujar dentro y cerré la puerta con pestillo para que nadie entrase.
-¿Qué haces?-Preguntó confundido.
-Shhh.-Le hice callar colocando mi dedo índice sobre sus labios.- Tenemos 5 minutos..., no, espera,-giré la muñeca para ver el reloj- 4 minutos antes de que Jake o mi hermano empiecen a pensar lo que sí es porque faltamos los dos.
Dejé a un lado la niña buena que solía ser para dejar paso a la Bexx más lanzada, esa que rara vez salía pero que tanto me gustaba.
Fue una lástima que tuviésemos tan poco tiempo porque, como suele pasar, lo mejor llegó cuando teníamos que parar. Con respiración entrecortada, y aún demasiado cerca de él, le sugerí que fuésemos más tarde a su casa para poder terminar lo que habíamos empezado, pero me dijo que mejor vayásemos a la mía porque su hermano estaba enfermo y no iba a salir de casa. Qué bien... Obviamente a mi casa no íbamos a ir, así que muy a nuestro pesar nos quedaríamos con las ganas, porque yo me negaba a ir a uno de esos moteles baratos y, por consiguiente, asquerosos. ¡Puag!
Primero salió Ian y tras unos segundos, yo. Sólo faltaba que encima nos pillasen...Sin embargo, al ver la cara de Josh, me di cuenta de que, tal vez, ya nos hubieran pillado. Tonterías, Josh no se enteraba de nada, el pobre era muy corto.
Estuvimos toda la tarde rematando las últimas canciones. A la hora de tocarlas, supongo que por la emoción de lo ocurrido en el baño, me dio por hacer los coros. Todos me miraron extrañados,pero yo seguí, introduciendo mi voz en los fragmentos exactos.
-Deberíamos parar a descansar un poco, necesito beber algo.- Anunció Jake al acabar la última canción.
Nos trajo a todos una cerveza. No sé qué tenía este muchacho con las cervezas, de verdad, pero siempre las estaba bebiendo. Miré con cara de asco la mía, pues a mí no me gustaban demasiado.
-¿Quieres otra cosa?.- Me preguntó.
-No, da igual.
-Anda, dame que te traigo un vasito de agua.- El tono que utilizó para decir "vasito" no me gustó nada.
-Que te he dicho que no.
Demasiado tarde. Agarró la lata y tiró de ella a la vez que yo, provocando que el líquido empapase mi preciosa camisa blanca.
-¡Imbécil! Mira lo que has hecho. Mi madre me va a matar como me vea llegar así a casa.
-Ven, que te dejo una camiseta mía para que no te castiguen como a las niñas pequeñas.
Antes de salir por la puerta, oí al idiota de mi hermano reírse. Definitivamente, yo me había llevado toda la inteligencia.
La habitación de Jake era un caos, como él. Abrió su armario y me tiró una camiseta de Los Ramones negra desteñida de tanto lavarla, suponía. Mientras me cambiaba, se puso a meter montones de ropa que había por el suelo en los cajones. De pronto, exclamó:
-¡Ostia! Creía que las había tirado todas.- Se dio la vuelta y me enseñó una bolsita con cuatro pastillas.- ¿Ves esto? Son anfetas. Cuando tuvimos los exámenes finales antes de graduarnos, Ian me las dio para que me costara menos estudiar, o mejor dicho, memorizar.
Me eché a reir, no lo pude evitar. Sí claro, anfetaminas. Y lo más increíble: Ian se las había dado. Por favor, si Ian era un trozo de pan incapaz de hacer nada fuera de la ley.
-¿No te lo crees? Muy bien, nadie te obliga.- Volvió a esconder la bolsa entre un montón de ropa.- Sólo te daré un dato más de regalo, para que veas que no soy mala persona. Yo tenía cinco y ya ves las que me sobraron. Ian tenía el doble y se las acabó en cinco días si mal no recuerdo; claro que a él le daba igual tomarlas de continuo porque le hacían precio especial.
-Deja de inventarte cosas, resultas patéticos.
-No me invento nada, Bexx. Laura, su hermana, estaba enrollada con un camello que le dejaba la mercancía a mitad de precio a toda la familia Bardelli, aunque el único que realmente se aprovechaba de esa rebaja era Ian, que siempre que salíamos por la noche tenía alguna cosa para tomar.
-Que sí, lo que tú digas.
Pasaba de andar escuchando tonterías de ese tipo.¿Ian tomando drogas? No me lo tragaba. De todas formas, esto era Los Ángeles, no era raro que la gente las tomara. ¿Y si Jake me decía la verdad? No, tonterías. Además, de pasar, que lo dudaba, habría pasado hacía tres años, así que lo podía haber dejado de sobra.
Durante los días siguientes intenté no pensar en el asunto, más porque no quería creerlo que por el hecho de que no lo creyese. Sin embargo, muy a mi pesar, la semilla de la duda había sido plantada y comenzaba a germinar.

jueves, 13 de mayo de 2010

11.- Ian Bardelli: Vida complicada

No dejaba de darle vueltas a las palabras de Jake. ¿Y a él qué más le daba si quería estar con Bexx? Cierto que muchas veces las relaciones entre los miembros de un grupo habían terminado, como mínimo, con la marcha de alguno de los dos cuando lo dejaban, pero siempre tenía que haber una excepción que confirmase la regla, estaba seguro. Sin embargo, tenía que darle la razón en una cosa: no había contado nada a Bexx sobre mi familia ni nada por el estilo, pero claro, ella tampoco lo había hecho; yo sabía lo que escondía y por qué lo hacía, al fin y al cabo no es agradable saber que los padres de tu "novio" discuten día sí y día no con todo lo que eso acarrea, pero, ¿qué había en su vida que tuviera que callar?
Suspiré.Odiaba comer en el McDonald's desde que de pequeño me pasé una noche entera vomitando; yo lo asocié con su comida, pero la verdad es que cuando salí, me hinché a chuches. Y aquí estaba, con una minihamburguesa que en el cartel debe de estar a tamaño real, aunque no lo pongan, esperando a que empezase mi turno. Sí, trabaja en uno de los sitios que menos me gustan..., pero es que cuando se necesita el dinero se pilla cualquier oportunidad legal que te permita ganarlo.
El móvil comenzó a vibrarme en el bolsillo del pantalón cuando estaba dando vueltas aburrido a las patatas.
-¡Hola, Ian!
-Hola, ángel...-Era Bexx.
-Acaban de salir las últimas notas del curso.-Hizo una pausa, seguro que para intentar ocultar, sin éxito, su emoción.- ¡He sacado la segunda mejor nota de la calse! No me preguntes cómo, porque ni yo lo sé, pero lo he hecho.
-Enhorabuena. Entonces, ¿eso quiere decir que ya podré verte más a menudo?
-Ajá.- Asintió.- Además, quiero que me digas cómo me queda algo que me he comprado...
Sabía lo que eso significaba y, por alguna extraña razón que se me escapaba, no me entusiasmaba demasiado.
-Bexx, ni siquiera nos hemos enrollado y ya quieres..., ya sabes.- No era plan se que todo el mundo se enterara de que mi no-novia quería llevarme a la cama.
Su risa alegre se oyó al otro lado del teléfono.
-Sí, tienes razón. Pero prométeme que no tardaremos, ¿vale?-El tono inocente de su voz no concordaba nada con la proposición que me hacía.
-Claro que sí. Esto, Bexx, te tengo que dejar porque empiezo ya a trabajar. Un beso donde tú quieras, guapa.
-Otro para ti, cielo.- Y con un sonoro beso colgó.
¿Me había llamado cielo? ¡Oh, Dios mío!
No quise pensar en ello mientras trabajaba, no fuese que diera mal los pedido y me viera de patitas en la calle. Odiaba este trabajo, era de lo peor que me podía haber tocado; sin embargo era la opción más segura, no quería que Franky también me perdiera a mí por una locura como esta.
De nuevo el móvil, esta vez, un mensaje:
"Tengo algo que es posible que te interese. Mándame la respuesta a este móvil, creo que me investigan."
Me paré a pensarlo. Me había prometido unos 500$ por noche si hacía bien mi trabajo, y la verdad es que cada vez me hacía más falta el dinero... No, no iba a convertirme en esa clase de persona.
"Lo siento, no voy a hacerlo."
Apagué el móvil, no quería que el dinero fácil me tentase, o al menos, no que terminase de convencerme. Mucha gente me necesitaba libre, no en la cárcel o en el otro barrio con un par de tiros en la cabeza.

viernes, 7 de mayo de 2010

10.- Jake Carter: Yo soy el líder. Yo decido.

Era la última prueba. Después de esto sólo uno saldría con vida del agujero en el que nos mantenían encerrados. Le miré fijamente. Cierto que eramos muy buenos amigos, prácticamente como hermanos, pero yo no iba a dejar que ese hecho me influenciara a la hora de sobrevivir. Cogí el arma que me habían asignado, una mierda de cuchillo, y me lancé sobre él, ante su sorpresa. Me levanté del suelo, bañado en su sangre y me quedé mirando a Ian tendido en el suelo.
Desperté de golpe. ¿Pero que estaba soñando? Creo que tendré que dejar de ver pelis estilo Saw antes de dormir.
En estos momentos volvía a mi infancia, cuando tras una pesadilla horrible temía volver a dormirme por si acaso continuaba encerrado en el mismo sueño. Me estiré un poco y cogí el portátil con unos cascos para no despertar a mis padres mientras escuchaba música variada.
Me aburría soberanamente así que decidí actualizar mis redes sociales. Primero, Twitter, esa cuenta que sólo me había hecho porque si algún día quería llegar a ser famoso, tendría que tener una. La maldita pregunta de siempre aparecía en lo alto. A ver que ponía yo para parecer interesante...
"Espero que Freud no tenga razón con su teoría del subconsciente, porque sino estoy bien jodido."
Abrí otra pestaña con el Facebook. Al menos esto me gustaba más, con sus tests tontos y sus grupos y páginas aún más tontos. Miré el chat, aunque a las 5 menos veinte de la mañana no esperaba que hubiera otro loco como yo conectado, a no ser que no fuera de la costa Oeste. Sin embargo me equivocaba. ¡Venga no me jodas!
Yo: ¿Qué haces despierto a estas horas?
Ian: ¿Y tú?
Yo: No podía dormir.
Ian: Yo tampoco, supongo que ya no soy capaz de conciliar el sueño si no oigo unos cuantos gritos antes de acostarme.
No me lo tragaba, no después de haber hablado con Josh.
Yo: ¿Seguro?
Tardó en contestar. Le había pillado.
Ian: Estoy esperando una respuesta que me tenía que haber llegado hace más de tres horas.
Yo: Bexx no te va a contestar. Está en una fiesta con Josh.
Ian: Yo no he dicho nada de Bexx.
Yo: Pero yo soy como Santa, lo sé todo.
Menuda parida acaba de soltar...
Ian terminó por contarme la historia con Bexx, aunque no me terminaba de convencer. ¿Ni un mísero beso? Una de dos, o eran gilipollas o Ian era gay y no conseguía motivarse con la rubita, porque...¡Buff! La pija estaba tremenda. Por un momento me asusté de mis propios pensamientos. ¿Qué estaba diciendo?
Yo: Que sí Ian, que vuestra relación será todo lo casta y pura que tú quieras, pero tenéis que dejarla. Yo no quiero royos en mi grupo.
Y entonces fue cuando se cabreó.
Ian: Lo que pasa es que te jode que me haga más caso a mí que a ti con tu royo de cabrón. Quiero darle una oportunidad... Tengo el presentimiento de que será alguien muy importante en mi vida.
Yo: ¿Pero tú te estas leyendo? Mira, deja de decir gilipolleces porque si fuera alguien importante para ti al menos ya le habrías contado que tienes una hermana mayor en San Francisco. Y mira tú por donde, seguro que no lo has hecho. Así que ya sabes, mañana la dices que no quieres nada con ella, antes de que sea demasiado tarde.
Pasé de contestarle a lo de los celos, no merecía la pena.
Ian: ¿O si no qué?
Yo: O si no me encargaré yo y sabes que será peor.
Apagué el ordenador sin ni siquiera darle oportunidad a responder. Me daba igual lo que dijera, no habría una historia entre ellos y punto, no me daba la gana. Ahora ya no iba a actuar sólo porque Josh me lo pidiera, ahora lo haría por amor al arte.

sábado, 1 de mayo de 2010

9.- Josh Livesey: Remordimientos...¡No os quiero!

Me estaba empezando a preocupar. Nunca había visto a Bexx estar tan sonriente en casa desde que nos fuimos a la universidad. A ver, que nadie me malinterprete: no es que no me guste ver a mi hermana feliz, pero me parecía muy rara su actitud. Tal vez fuera porque sólo le quedaba un examen y lo tenía prácticamente aprobado con notable alto, o tal vez hubiera más. Por suerte tenía una madre que siempre interrumpía mis pensamientos con estupideces y evitaba que me comiera demasiado la cabeza.
-Me ha llamado Tabitha, la madre de Elle,¿os acordáis de ella, verdad? Pues bien, ha regresado de París hace dos días y van a celebrar una fiesta para darle la bienvenida. Deberíais ir, sois sus amigos.
Se hizo un silencio que jamás creía que tuviera lugar. En vez de saltar con alguna escusa, Bexx se concentró en escribir un mensaje con su móvil.
-Pero mamá, hace mucho que no sabemos de ella...-Si Bexx no lo decía, ya lo diría yo.
-Pues así os ponéis al día. De todas formas hasta las diez tenéis tiempo para pensároslo.- Podía haber sido esa su última palabra, pero no.- Aunque por supuesto que vais a terminar por ir.- Añadió asomando la cabeza por la puerta de la cocina.
Genial... Si mi madre supiese lo que pasó, entendería por qué no me apetecía ir nada allí.
Dos años antes. Una de las hamacas que rodean la piscina de la casa de Elle.
-Josh, me marcho a París. No me escribas, no me llames, no me vengas a visitar. Ahora, si no te importa, me gustaría que salieras de mi casa.
Miré a mi hermana, que seguía ensimismada con el móvil.
-Por una vez que necesito que abras la boca para quejarte, te quedas callada.
-¿Qué?-Preguntó sin entender nada. Seguramente ni había oído lo que nos había dicho mamá.
-Esta noche tenemos fiesta en casa de Elle.
-Ahhhhh.-Me entraron ganas de responderle "Ehhhhhhh".- No pensaba ir pero supongo que estaré allí para darte apoyo emocional.
Se me abrió la boca. No me esperaba eso de ella. Mi hermana podría ser muchas cosas, pero jamás me dejaría tirado, por mucho que ahora tuviera algo con alguien que no sabía quien era. ¡Bexx, eres la mejor!
No me dio tiempo a decirle en voz alta mis pensamientos sobre ella, pues se fue al baño. Normal, si después de seis vasos de té helado con limón no le entraban ganas de mear es que no era humana.
Sé que no debí haber hecho lo que hice, y más después del grandísimo favor que me iba a hacer, pero la curiosidad me podía. Aproveché que se había dejado el móvil en la mesa para ver a quien mandaba tantos mensajitos. Sin embargo, no hizo falta que llegara a abrir la carpeta de mensajes enviados, pues la respuesta al último acababa de llegar. Era Ian, seguro que quería algo del grupo.
"Jaja. ¿En serio saltaste desde los acantilados? No te veía yo capaz de tanto... Aunque tú tuviste ventaja sobre los demás: pudiste volar con tus preciosas alas de ángel, esas que veo todos los días en mis sueños".
Me quedé muerto. ¿Qué? ¿Ian? No...Ian no podía decirle esas cosas a mi hermana.
-¿Qué haces?- Me preguntó Bexx desde la puerta.
-Nada, es que te había sonado el móvil y te lo iba a acercar...
-Lo que tú digas.- Suspiró quitándomelo de las manos.
Media hora más tarde. Estaba recurriendo a la una de las personas que capaz de cortar de raíz aquello.
-No te preocupes, yo me encargo de que tu hermana sepa "por casualidad" algún trapo sucio de Ian para que se le quite la tontería.- Me aseguró Jake.- Los líos entre los miembros de un grupo nunca han tenido un buen resultado para nadie.
Nada más colgar llamé a Ryan, un antiguo colega que no llegó a tener nada con Bexx porque los dos fueron tan tontos como para no lanzarse, aun sabiendo que estaban locos el uno por el otro. Recé para que él también estuviera presente en la fiesta, y así fue.
Si todo salía bien, mi hermana terminaría con alguien adecuado para ella. Sí, estaba haciendo lo correcto. Y entonces, ¿por qué me sentía tan mal?

viernes, 16 de abril de 2010

8.- Bexx Livesey: ¿Un comienzo?

Josh llamó a la puerta. ¿Y si no había nadie? Todo estaba muy tranquilo y se suponía que Jake e Ian nos estaban esperando. Ninguna respuesta tampoco a la segunda llamada.
-Genial no hemos hecho un viaje de casi 9 horas seguidas en coche para nada. Espero que estés contenta, hermanita.- Me recriminó.
Le lancé una mirada asesina. ¿De qué se quejaba tanto? Había sido yo la que había conducido mientras él roncaba con la baba colgando. Suspiré, mi hermano era tan corto que no se daba cuenta del significado de mis miradas.
Llamé una tercera vez, con tan mala suerte que me abrió Jake. Sí, he dicho mala cuando ese era el resultado que esperaba.
-¿Me quieres quemar el timbre o qué, maldita niña?- He aquí el porqué de mi expresión.
-¿Y tú pretendes ser músico si ni siquiera escuchas el timbre de tu casa?
Josh, con el don de la oportunidad que le caracterizaba, se rió. En un principio creí que Jake le contestaría de mala manera, como mínimo, pero luego también él se rió. Hombres... Quién les entiende...
Tardamos bastante en ponernos a trabajar, aparte de porque Ian estaba desaparecido (lo cual me entristeció un poco, ya que era el único que estaba de mi lado en el grupo), porque Jake y Josh tenían el día tonto y querían experimentar nuevos sabores, como el de emparedado en pan de ajo con crema de cacahuetes y queso fundido. ¡Puag! Casi vomito cuando lo vi. En aquel momento recordé una frase que alguien apuntó en mi agenda del último curso de instituto: Las niñas crecen y se convierten en mujeres, pero los niños crecen y se convierten en niños grandes.
Como estaban tan preocupados en realizar el potingue más asqueroso posible, no se dieron cuenta de que me fui de la cocina y me dirigí al garaje para tocar un poco. Me disponía a sacar a Strawberry cuando algo llamó mi atención poderosamente: la guitarra de Ian. Si la guitarra estaba allí, sólo podía significar que él también estaba allí, pues nunca se separaba de ella ni la dejaba olvidada en ningún sitio. ¿Entonces por qué no aparecía? Cada vez estaba más confundida.
La cogí con un poco de miedo, no sabía cómo se tomaría que tocase con ella.
Unas notas suaves comenzaron a salir de un altavoz cercano. Una melodía melancólica, recuerdo de una historia pasada, resultado de todos aquellos momentos que pasamos juntos...
-...Maybe you don't listen to my words in your memory... But I remember all yours...
De pronto, como si se tratase de una broma pesada, alguien me dijo las mismas palabras que aquel recuerdo me dijo la primera vez que me vio, desconcentrándome por completo.
-Bexx, eres una caja de sorpresas.
Me di la vuelta, y allí estaba, la última persona con la que sería incapaz de cabrearme, al menos por el momento.
-Lo siento, no debí cogerte la guitarra...- Fue lo único que me salió.
-¿Bromeas? Si no lo hubieras hecho, jamás me habría enterado de que cantas tan bien. ¿De quién es la canción? Es muy buena.
Noté como me sonrojaba cuando admití que era mía, siempre me había dado vergüenza recibir cumplidos por ese tipo de cosas. Y ahí empezó el interrogatorio: que por qué no había dicho nada de que cantaba, que tendría que hacer un dúo con Jake, que si podía escribir más canciones para el grupo... Sin embargo me negué en rotundo a realizar más funciones en el grupo que la de tocar el bajo. Una vez vi en un documental que a los machos alfas de las manadas no les hacía gracia tener competencia, y Jake era "nuestro macho alfa".
Nos quedamos en silencio, hasta que caí en la cuenta:
-¿Y tú dónde has estado?
Se lo pensó un rato, pero terminó contestando con una sonrisa dulce en los labio:
-Soñando con ángeles como tú.

sábado, 10 de abril de 2010

7.- Ian Bardelli: No queremos oir más gritos, por favor

Era la una de la madrugada del miércoles. Bexx me había respondido al mensaje diciendo que nos veríamos mañana, así que hoy sólo tuve que oír a Jake protestar un par de veces por su falta de compromiso; era curioso, nunca mencionaba a Josh, por qué sería... Intenté reírme de mi propia tontería, pero no fui capaz.
Un portazo. Se creerían que si cerraban la puerta de su cuarto no les escucharíamos, cuando en nuestro piso se oía hasta cuando tiraba de la cadena el de dos pisos más arriba.
-¿¡Me vas a decir que no es verdad!? Todo el mundo lo sabe, Enzo, ¡TODO EL MUNDO!
-La gente no puede saber nada porque no pasa nada. ¡Deja de ser tan paranoica!
-¿Yo, paranoica? ¡Por favor! Seré muchas cosas, pero no tonta y mucho menos paranoica. Aunque parece que ya no te acuerdas, yo también he sido una adolescente a la que le gustaba ir a las discotecas, y ya por aquel entonces a los porteros les daba igual la edad que tuvieras mientras les enseñaras el escote.
-Y no me lo digas, también te los follabas.
-Yo no era como una de esas futuras furcias a las que seguro que tú sí que te tiras.
Qué raro... Mi madre pensando que mi padre se tiraba a todas las quinceañeras que consiguen entrar en la discoteca en la que trabaja. La verdad es que un poco paranoica sí que era. No es que confiara al 100% en mi padre, al fin y al cabo es un hombre y a todos nos gustan las chicas monas con minifalda, pero sé que jamás se acostaría con una menor, no era tan depravado.
Un nuevo sonido se incorporó al fondo de la conversación: Franky había puesto a los Red Hot Chili Peppers, para intentar conciliar el sueño.
-¿Y si te lo reconozco? ¿Me dejarás tranquilo de una vez?
De pronto sólo se escuchaba "Scar Tissue". Quería convencerme a mí mismo de que mi madre se había callado porque había conseguido lo que quería y que la conversación, por llamarla de alguna forma, había acabado ahí.
-Teresa, qué haces. Teresa, contéstame.
Me incorperé lentamente al oír las palabras de mi padre. ¿Qué estaba ocurriendo? Franky pareció darse cuenta también de que algo no marchaba bien, pues apagó el reproductor de CDs.
-¿No querías tranquilidad? ¡Pues vas a tener tranquilidad hasta aburrirte!
-Teresa...
Un nuevo portazo.
Tres puertas se abrieron a la vez: la mía, la de la habitación de mi hermano y la de la calle. Franky y yo nos miramos y nos precipitamos al descansillo de nuestro piso. Mi padre corría escaleras abajo para alcanzar a mi madre, gritando su nombre y suplicándola que no se fuera. Poco a poco las demás puertas del bloque se abrieron y nuestros vecinos se asomaron al espectáculo; algunos decían a mi madre que perdonase a mi padre, otros llamaban calzonazos a mi padre y otros directamente amenazaban con llamar a la policía si seguían armando ese escándalo.
Después de haber recorrido seis pisos, se pararon a hablar como personas civilizadas. Desde la barandilla no oíamos lo que se decía, pero ya sabíamos lo que era, siempre era lo mismo cuando mi madre terminaba de nuevo en brazos de mi padre: "Te quiero, perdóname, no volverá a pasar."
Franky y yo entramos de nuevo. Justo antes de meternos cada uno en nuestro cuarto me preguntó si creía que aquella vez sería de verdad.
-Eso espero.- Contesté, aunque sabía de sobra que no era así.

jueves, 8 de abril de 2010

6.- Josh Livesey: Regalo hermana...

Hacía un día precioso: el cielo estaba azul y despejado, el sol brillaba con fuerza, el césped del campus estaba de un verde esmeralda impresionante, se oía a los pájaros cantar a lo lejos... Y lo mejor de todo, me estaba saltando una aburrida clase de Economía.
-¿Quieres?- Me ofreció una calda de su porro Adrian, que estaba sentado a mi lado.
-Conoces a Bess...-Me escusé para rechazarlo. La verdad no me apetecía nada.
-Joder con tu hermanita. ¡Ni que fuese tu madre!
Me reí. Era cierto, últimamente Bexx ejercía más de hermana mayor o de madre (que era aún peor) que de hermana melliza; y lo gracioso es que encima yo era el mayor de los dos.
Empezó a salir gente del edificio principal, se habrían acabado ya las clases. Al rato vino Bexx, a la que le debían de pitar los oídos sin parar, pues había sido el centro de nuestra conversación.
-Hola, rubia.-Le saludó Adrian, acompañándose de una palmada en el trasero.
Bexx dio un ligero respingo seguido de una mirada que expresaba su molestia. Se lo habíamos dicho miles de veces a mi amigo(sí, los dos por si no le quedaba claro), ella pasaba de estar con un tío cuyo máximo divertimento era colocarse y salir de fiesta para tirarse al mayor número de tías posibles o meterse en cuantas más broncas mejor. Después comenzó a sermonearme sobre la importancia de asistir a clase, que aquella universidad no era precisamente barata y que lo estaba desaprovechando... Lo de siempre. Hasta que de repente, cuando ya casi ni la escuchaba, me dijo:
-Ian me ha mandado un sms. Quiere que vayamos esta tarde.
-Estás de coña, ¿verdad?
Negó con la cabeza. Me quedé blanco. Aunque saliéramos de aquí ahora no llegaríamos allí hasta pasadas las 10 de la noche, si teníamos suerte.
-¿Ir a dónde?- Se entrometió Adrian.
En aquel momento tomé una decisión repentina, de esas que se toman en caliente y de las que a veces te arrepientes pero otras, no.
-A ningún sitio, porque lo dejamos. Y no me repliques Elisabeth- A mi hermana la jodía que la llamara así.- Tú estás echando a perder tus estudios y yo voy a terminar hiperactivo por tomar tanto café para no dormirme mientras conduzco.
Creía que mis razones eran de suficiente peso, y que al menos decidiría esperarse hasta el fin de semana, que sólo quedaban tres días. Pero a veces Bess es impredecible, y ésta era una de esas veces.
-No te preocupes, ya conduzco yo. Además, supongo que no te importará perderte todos estos días de clase.
-Pero, pero... ¿Y si preguntan por nosotros?¿Y si llaman a papá y mamá para avisarles de que faltamos?
-Llamaré a Sophie y nos creará una cuartada perfecta.
Se suponía que quien debería de tener a los amigos "chungos" debía de ser yo, que pasaba de las cosas, no Bess; y sin embargo, raro era, de sus amigos, el que no sabía cometer alguna clase de delito.
-Está bien, tú ganas...- Admití derrotado.
Dejamos atrás el campus velozmente, con Adrian y sus interrogaciones incluidos. Mi hermana estaba loca, y yo era gilipollas por acompañarla; pero no importaba, el caso era perder clase.

lunes, 5 de abril de 2010

5.- Jake Carter: Sueños en la carretera

-¡Eh, Carter!¿Hoy no te viene a buscar tu mamaíta?
Era el estúpido del novio de Chelsea, mi compañera de turno en la sección de música de los grandes almacenes. Pero claro, la pobre no podía aspirar a más que a ese musculitos chulo-playa; nadie en su sano juicio la soportaría a parte de él.
-No, vendrá la tuya. Quiere que le repita el favor del otro día, porque no le basta con tu padre.- Le contesté mirándole a los ojos. Quería ver como se volvía rojo de ira.
Se dirigió hacia mí con paso firme, decidido a mandarme al otro barrio de un golpe. No me inmuté lo más mínimo, sabía que mi autobús llegaría en unos pocos segundos; pero en el caso de que no fuera así, no tendría ningún problema en darle de ostias, ya estaba acostumbrado a pelearme con otras personas que me doblaban en tamaño. Sin embargo no hizo falta, como siempre, el bus llegó puntual. Me senté lo más atrás que pude y me despedí con la mano, mientras él me enseñaba el dedo corazón de su mano derecha desde la calle.
Me puse los cascos del móvil e inicié el reproductor de MP3. Tenía que repasar las últimas canciones... Sólo quedaban 3 semanas y aún no teníamos ni la mitad. ¿Y cómo íbaos a tener más si la mayor parte del tiempo sólo estábamos Ian y yo? Y encima, cuando podíamos estar todos juntos, la pija de Bexx siempre intentaba cambiar mis canciones:
"¿Y por qué no pones esto así? Jo, es que esto no tiene sentido. Esa rima es pésima. Si no lo cantaras de forma tan áspera, sonaría mejor. Deberías escribir una canción de amor, siempre gustan a todo el mundo..."
Dios, qué pesada. Si no la necesitáramos tan urgentemente la mandaba a la mierda.
Bueno, la primera canción no ha quedado ni tan mal. Ahora la segunda: ritmo de batería, perfecto; le tengo que decir a Ian que se retrasa un poco; bajo..., para mi desgracia, en completa armonía; y voz..., mierda, tendría que darle la razón a la niñita de papá y cantar más suave. Continué escuchándola, estaba bien, pero algo no me cuadraba. Le di vueltas a la cabeza: todo encajaba a la perfección, y aún así...
Frenazo. La intensidad de la parada me empujó contra el asiento delantero y no me dio tiempo a sujetarme debido a mi ensimismamiento. ¿Qué había pasado? Todavía no habíamos llegado a la parada más cercana. Decidí levantarme, a riesgo de perder mi asiento, para ver lo ocurrido.
Una multitud de gente se agolpaba en un paso de cebra. Un conductor se llevaba las manos a la cabeza. Las luces de una ambulancia, acompañadas de su pitido, brillaban a poca distancia. Una mujer agachada presionando algo. Un brazo inerte asomaba entre el círculo de piernas.
Noté que me mareaba. Esto es Los Angeles, no debería ponerme mal por un atropello, y menos si es de alguien que no conozco, pero no podía evitar sentirme como me sentí aquella vez, hace ya mucho tiempo.
En ese momento me dí cuenta de lo que fallaba en la canción, no era otra cosa que la letra... Sólo una frase, la que estaba sonando en aquel preciso instante. Sí, quedaría mucho mejor ahora:
... And I see my own dream dying in the road ...

viernes, 19 de marzo de 2010

4.- Ian Bardelli: Otro día más en la pizzería

Cuando Franky me viese me iba a matar. Sabía que odiaba que le fuera a recoger al instituto, pero algo me decía que era mejor que los dos entrásemos juntos en casa. Supongo que después de años viendo el mismo panorama habían conseguido que desarrollara una especie de sexto sentido.
Estaba charlando con uno de su clase, posiblemente de ese trabajo que tenía que hacer para Historia del que no paraba de hablar.
-¿Qué haces aquí?- Me preguntó nada más verme. Para mi sorpresa no estaba tan molesto como me esperaba.
-Por una vez me gustaría que comiésemos todos juntos en casa.
Me miró incrédulo. Era una escusa pésima, pero era lo primero que me vino a la cabeza.
Nuestra casa no estaba demasiado lejos, así que a Franky sólo le dio tiempo a quejarse porque él aún no tenía coche unas cinco veces. Qué pesadito era el niño... Vale, cuando yo tenía los 16 y el carné recién sacado como él también quería conseguir un coche para poder fardar delante de las tías, pero no se lo repetía a Laura todo el rato.
Sacudí la cabeza. No quería pensar en mi hermana mayor.
Según abría la puerta, me percaté del silencio que reinaba en casa. Tal vez no hubiera nadie y yo me había equivocado. O tal vez, era el silencio que siempre seguía a sus discusiones.
-¿Hola? ¿Hay alguien?- Franky también se dio cuenta de la situación.
-Hola, chicos.- Contestó mi madre desde la cocina.- Habéis llegado muy pronto...
Franky y yo nos miramos. Temerosos, entramos en la cocina, esperando encontrar una escena diferente a la que sabíamos que habría. Pero las cosas que se repiten una y otra vez no suelen cambiar.
-¿Qué tal el día?- Mi padre también intentaba disimular que habían vuelto a discutir.
-Bien...¿Qué hay de comida?
-Espaguetis a la carbonara.-Respondió mi padre.- Los he hecho como la tía, que sé que os encantan.
Esbozamos una tímida sonrisa. Era verdad que los espaguetis que cocinaba nuestra tía nos volvían locos, pero en aquella situación, por muy buenos que estuvieran, no los íbamos a disfrutar.
Comimos rápido y nos volvimos a ir, no queríamos estar presentes en una posible réplica de su riña. Yo había quedado con Jake para ultimar una nueva canción y practicar otras, así que me llevé también a Franky para que se distrajera un poco. A Jake le caía muy bien Franky y valoraba mucho su opinión acerca de las canciones; no es por presumir de hermano, pero tiene un gusto magnífico para la música.
Nos tiramos toda la tarde con dos canciones, entre risas y cervezas para Jake y yo y Pepsi para Franky, distrayéndonos con cualquier tontería. Ya al atardecer, regresaron los padres de Jake. Al vernos su madre pareció entristecerse un poco.
-Buenas tardes, o casi noches, Sarah.- Le saludé.
-Hola, Ian. Hola, Franky...- Por los menos la voz ya no se le quebraba tanto como antes cuando veía a mi hermano.-¿Vais a quedaros a cenar?
-No, ya cenamos en casa. Pero gracias de todas formas.
-Mentiroso...-Me espetó Jake, que conocía mis problemas familiares.- Venga, mamá, ponles algo de cenar.
-He dicho que cenamos en casa.-Me impuse.- Ya nos veremos, Jake. Adiós, Sarah.
-Sí, adiós.- Se despidió también Franky.
Una vez en la pizzeria a la que solíamos ir en días como éste, Franky quiso saber por qué había mentido a la madre de Jake. Le miré y recordé la expresión de Sarah al verlo. A diferencia de Jake, al que con el paso de los años parecía que ese accidente le empezaba a dar igual y no se molestaba en tener un poco de tacto con su madre, yo no podía evitar verla y recordar los meses en los que estuvo tan hundida...
Por suerte, una camarera vino a preguntarnos por nuestra elección y no tuve que explicarle nada a Franky. Porque, ¿cómo se habría tomado el que fuese una especie de tortura psicológica para la madre de Jake?

sábado, 13 de marzo de 2010

3.- Josh Livesey: Un baño a última hora

Las últimas notas de "The Judas Kiss" de Metallica retumbaron en el BMW de mi padre, ese que siempre me dejaba desde que estaba en Stanford para desplazarme simpre que quisiera cuando volvía a casa. Lo malo es que no era mío propiamente dicho, pese a que era quien más lo utilizaba, así tenía que tener cuidado con qué hacía con él, qué dejaba tirado por los asientos... o qué disco dejaba puesto en el reproductor.
Miré el reloj. Las 23:45. Sí, supongo que ya podía presentarme en casa de Alesha.
-¡JOSH!- Gritó mi nombre mientras me abrazaba.- No sabes cuánto me alegro de verte. ¿Qué tal? Te veo genial, en serio- Fue conduciéndome hacia el interior de su casa sin dejarme contestar a ninguna de sus preguntas. No había cambiado nada en aquellos 2 años.- Un momento, ¿Bess no ha venido?.- Ya era hora de que se diera cuenta...
-No, tenía que estudiar. De todas formas me ha dicho que te diera recuerdos y que ya te llamaría para hablar de vuestras cosas.- Intenté que no se notara demasiado que aquello sólo lo había dicho por quedar bien.
No sé todavía por qué, pero mi hermana ya no tragaba a los que, hasta hace un par de años, eran nuestros amigos. Ni siquiera podía ver a su mejor amiga.
-Eso espero, porque hace siglos que no sé de ella... Jo, es una pena que no haya venido...¡Estamos todos!
Asentí sin decir nada más. Si estaban todos eso quería decir que me encontraría, no sólo con mis compañeros de clase, sino que también vería a algunas de mis ex... Joder, ¿por qué no fingiría que había pillado gastroenteritis o algo así? Pero ya era tarde,se habían dado cuenta de que había llegado. Las cuatro, que desde que las dejé se habían vuelto íntimas amigas, me dedicaron una de sus mejores sonrisas a la vez que me miraban como diciendo "en cuanto bajes la guardia vamos a acabar contigo".
Me alejé de ellas lo más rápido que pude, no quería comprobar de qué eran capaces las mujeres vengativas y rencorosas.
Lady Gaga y Beyoncé cantaban "Telephon", pero yo no escuchaba su canción, seguía reproduciendo una y otra vez a Metallica en mi cabeza...
Dios, cómo odiaba a Bexx. Si ella no hubiera empezado a escuchar ese tipo de música ahora yo podría estar disfrutando de las mismas canciones que mis amigos.
-Entonces, ¿qué te parece?- Me preguntó Chris.
¿Qué me parecía el qué? Hasta ese momento no me había dado cuenta de que tampoco les escuchaba a ellos... ¿Qué me estaba pasando?
-¿No ves que no te estaba escuchando?- Intervino Jared- Está más interesado en aquella morena de allí.- Y señaló con la mano la dirección hacía donde había clavado la mirada.
Me arrepentía de no haberme fijado antes en ella, era guapísima.
-Me has pillado- Mentí- ¿Quién es?
-No sé, pero ahora lo averiguaremos.- Jared se dirigió hacía donde estaba la chica y la trajo hasta nosotros.- Oye, preciosa, mi amigo quiere saber tu nombre.
Ella se rió divertida. Juraría que nunca antes había estado en una fiesta como ésta y que, además, no estaba acostumbrada a beber.
-Jessica.
Jessica... Nunca había estado con una Jessica, pero para todo hay una primera vez, ¿no?
Hablamos un poco, hasta que me percaté de las intenciones del cabrón de Jared. Muy amablemente me ofrecí para llevarla a su casa, pues una chica como ella (no creo que tuviera más de 18), no debería estar fuera de casa pasadas la 1 de la madrugada. A quién pretendo engañar, mis intenciones eran las mismas que las de Jared, pero sin emborracharla aún más.
Notaba su miraba mientras conducía. De vez en cuando se reía sola, presa de alguna otra sustancia que no era alcohol.
-¿Te gusto?- Me preguntó de pronto con voz de niña buena.
No contesté, sólo sonreí. Cambié de dirección, antes de llevarla de vuelta a su casa pararíamos en la playa.
-¿Te apetece dar un paseo?- Pregunté para romper el hielo después del largo silencio.
-No me has contestado...- Se quejó.
Cogí su rostro entre mis manos y la besé.
-¿Qué me dices del paseo?
Salimos del coche. Jess se dirigió hasta las aguas del océano Pacífico. Yo la seguía por detrás, observando su figura iluminada por la luna.
-Prefiero un baño.- Me susurró una vez estuve a su altura.
-Sí, yo también.

viernes, 12 de febrero de 2010

2.- Bexx Livesey: ¡No soy una superwoman!

Recogí mis cosas de la residencia, mi bajo y una bolsa con ropa suficiente como para pasar el fin de semana en casa de mis padres. Era una pena que no pudiéramos pasar más tiempo allí, pues el viaje desde Stanford hasta Los Ángeles era muy largo y Josh y yo siempre terminábamos baldados; y por si la distancia en kilómetros no fuera suficiente, encima tenía que estudiar para el examen del lunes (me jugaba la asignatura en ese maldito examen), entrenar y practicar para la actuación, perdón concierto como prefería llamarlo Jake.
Quién demonios me mandaría presentarme a las pruebas... ¡No podía llevar una doble vida! De lunes a viernes era Bess Livesey, estudiante de Arte e Historia del Arte en la universidad de Stanford, con una apretada agenda social, que en general sacaba buenas notas y además jugaba al volleyball; cuando iba a casa de mis padres o me visitaban, me convertía en Elisabeth, su perfecta hija de la que se sentían tremendamente orgullosos; y cuando tocaba con los Bloody Hills, pasaba a ser Bexx, "la maldita niña pija que no debería estar allí", como tan amablemente me recordaba Jake, y eso que no sabía lo que hacía el resto del tiempo.
Debí de quedarme dormida en el viaje, nunca antes me había parecido tan corto. Cuando llegamos a casa, a mi madre le faltó tiempo para organizarme todo el fin de semana. Genial... ¿Es que no se daba cuenta de que tenía prácticamente 20 años y podía organizarme la vida yo solita? Suspiré.
-¿Estás cansada, cariño?- Me preguntó.
-La verdad es que sí, mamá. Además, no creo que pueda hacer todo lo que me has organizado, ya tenía planes.
-Oh, vaya- Se limitó a contestar.
Sabía que mi respuesta le había decepcionado, pero tampoco me preocupé demasiado, al fin y al cabo mi hermano sí que podía realizar todo lo que le había preparado y seguro que eso le hacía olvidar mi pequeña osadía.
Mientras me duchaba, puse música. La voz de Joel Madden comenzó a sonar a los pocos segundos de que comenzase la canción: Lifestyle of the rich and famous. Era paradójico, esa canción ponía a caldo a los ricos, y sin embargo a mi, que entraba dentro del saco de los que no se preocupan por el precio de las cosas, me encantaba.
De pronto lo vi claro. Si había decidido entrar en los Bloody Hills era porque estaba harta de esta vida, porque quería cambiar. ¡A la mierda todo! Siempre había hecho lo que se esperaba de mí y ya iba siendo hora de que eso cambiara, de que las 24 horas de los 365 días del año fuese Bexx.
Limpié un poco del vaho del espejo para verme mejor. Una sonrisa se me dibujó en la cara: iba a tomar las riendas de mi vida...
...En cuanto tuviese tiempo.

sábado, 30 de enero de 2010

1.- Jake Carter: Elegir es muy difícil... o igual no tanto

Bostecé sin cortarme un pelo en cuanto se presentó el siguiente aspirante a bajista.
-¿Nombre?- Preguntó Ian, tan aburrido como yo, sólo que él lo disimulaba mejor.
-Steve Rodríguez.- Contestó el otro.
Ian apuntó su nombre en la interminable lista de candidatos. ¿Pero cuántos se habían presentado? Joder, nosotros simplemente necesitábamos un bajista y un batería, no formar la Orquesta Sinfónica de Viena.
El tal Steve comenzó a tocar. No estaba mal, era de lo mejor que se había presentado hasta el momento; sin embargo la cagó cuando empezó a dudar de la nota que seguía a continuación.
Me tumbé un poco más en la silla. Por Dios, creía que en el cartel lo ponía bien claro: "Si no sabes tocar, ni te presentes." Este no era ni el primero ni el segundo que se atrevía a desperdiciar nuestro valioso tiempo, así que comencé a pensar que la gente ya no sabía leer, o al menos, comprender un texto.
-Gracias, ya te llamaremos.- Ian se había cansado de esperar a que el bajo volviera a sonar.
Entré en casa y fuí hasta la nevera. Cogí un par de cervezas, rezando para que mis padres no se dieran cuenta, ya que aunque tenía edad para tomarlas, no me dejaban. Luego pillé una caja con pizza que andaba por encima de la mesa. Bueno, no parecía que estuviera mala.
-Toma.- Lancé un trozo de pizza pepperoni a Ian cuando estuve de vuelta.- Tranquilo, si te mueres al menos no escucharás más gatos afilando sus uñas en los bajos ni martillos aporreando los platos de la batería.
Ian terminó por dar un bocado a la pizza, supongo que mi argumento le quitó las dudas sobre comerla o no.
Tras unas cuantas horas más metidos en el garaje de mi casa escuchando melodías destrozadas, decidimos que íbamos a cerrar el chiringuito. Mientras mi amigo plegaba la mesa de camping, yo me dispuse a bajar la puerta del garaje. Fue en ese momento cuando la vi llegar. Venía corriendo, con una bolsa de deportes colgada del hombro, uniforme de equipo de volleyball y su pelo rubio recogido en una coleta alta. "Menuda pija", pensé.
-¿Es aquí dónde se realizan las pruebas para entrar en los Bloody Hills?- Preguntó aun jadeante.
-Más bien se realizaban. Ya hemos cerrado por hoy, así que si no te importa...- La empujé delicadamente hasta la salida y la dije adiós con la mano.
-Jake, déjala tocar si quiere.
-Los horarios existen para algo, Ian.
-Igual que las reglas, para saltárselos.- Concluyó un chico parecidísimo a ella que había aparecido como de la nada.- Soy Josh, y esta es mi hermana Bexx. Venimos a tocar, os guste o no.
Antes de que pudiéramos decir nada, la chica cogió un bajo rojo y blanco que le tendió su hermano, y él se sentó a la batería.Por un momento Ian y yo creímos estar flipando, pues las notas de la melodía que ambos tocaban parecían estar bailando delante de nuestros ojos. ¡Guau! Eran buenísimos, los mejores que jamás podrían haberse presentado.
-¿Y bien? ¿Nos cogéis?- Quiso saber Bexx.
- ¿Nos disculpáis un segundo? Aquí mi amigo y yo tenemos que valorarlo.
Menudo dilema se nos planteaba. Por un lado les aceptaríamos sin dudarlo, pero por otro... A Ian no le gustaba la idea de que fueran hermanos y a mí, que Bexx fuese un chica. Sin embargo, apenas teníamos mes y medio para preparar el concierto en la sala Apolo, así que nos lanzamos a la piscina y les dejamos entrar en el grupo.
- Pero con una condición,- les advertí- debéis tener muy claro que el grupo será lo primero en vuestras vidas a partir de ahora.
-Sí, claro.- Aceptó Josh.- ¿Cuándo empezamos?
-Mañana a las 5 aquí. Y no hay escusas que valgan para no asistir.- Atajé cuando Bexx abrió la boca para decir algo.
Nos despedimos de ellos. ¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Que la actuación fuera un completo desastre? ¿Que no nos entendiésemos? Aquello tenía fácil solución si se producía: les echábamos y punto.