sábado, 30 de enero de 2010

1.- Jake Carter: Elegir es muy difícil... o igual no tanto

Bostecé sin cortarme un pelo en cuanto se presentó el siguiente aspirante a bajista.
-¿Nombre?- Preguntó Ian, tan aburrido como yo, sólo que él lo disimulaba mejor.
-Steve Rodríguez.- Contestó el otro.
Ian apuntó su nombre en la interminable lista de candidatos. ¿Pero cuántos se habían presentado? Joder, nosotros simplemente necesitábamos un bajista y un batería, no formar la Orquesta Sinfónica de Viena.
El tal Steve comenzó a tocar. No estaba mal, era de lo mejor que se había presentado hasta el momento; sin embargo la cagó cuando empezó a dudar de la nota que seguía a continuación.
Me tumbé un poco más en la silla. Por Dios, creía que en el cartel lo ponía bien claro: "Si no sabes tocar, ni te presentes." Este no era ni el primero ni el segundo que se atrevía a desperdiciar nuestro valioso tiempo, así que comencé a pensar que la gente ya no sabía leer, o al menos, comprender un texto.
-Gracias, ya te llamaremos.- Ian se había cansado de esperar a que el bajo volviera a sonar.
Entré en casa y fuí hasta la nevera. Cogí un par de cervezas, rezando para que mis padres no se dieran cuenta, ya que aunque tenía edad para tomarlas, no me dejaban. Luego pillé una caja con pizza que andaba por encima de la mesa. Bueno, no parecía que estuviera mala.
-Toma.- Lancé un trozo de pizza pepperoni a Ian cuando estuve de vuelta.- Tranquilo, si te mueres al menos no escucharás más gatos afilando sus uñas en los bajos ni martillos aporreando los platos de la batería.
Ian terminó por dar un bocado a la pizza, supongo que mi argumento le quitó las dudas sobre comerla o no.
Tras unas cuantas horas más metidos en el garaje de mi casa escuchando melodías destrozadas, decidimos que íbamos a cerrar el chiringuito. Mientras mi amigo plegaba la mesa de camping, yo me dispuse a bajar la puerta del garaje. Fue en ese momento cuando la vi llegar. Venía corriendo, con una bolsa de deportes colgada del hombro, uniforme de equipo de volleyball y su pelo rubio recogido en una coleta alta. "Menuda pija", pensé.
-¿Es aquí dónde se realizan las pruebas para entrar en los Bloody Hills?- Preguntó aun jadeante.
-Más bien se realizaban. Ya hemos cerrado por hoy, así que si no te importa...- La empujé delicadamente hasta la salida y la dije adiós con la mano.
-Jake, déjala tocar si quiere.
-Los horarios existen para algo, Ian.
-Igual que las reglas, para saltárselos.- Concluyó un chico parecidísimo a ella que había aparecido como de la nada.- Soy Josh, y esta es mi hermana Bexx. Venimos a tocar, os guste o no.
Antes de que pudiéramos decir nada, la chica cogió un bajo rojo y blanco que le tendió su hermano, y él se sentó a la batería.Por un momento Ian y yo creímos estar flipando, pues las notas de la melodía que ambos tocaban parecían estar bailando delante de nuestros ojos. ¡Guau! Eran buenísimos, los mejores que jamás podrían haberse presentado.
-¿Y bien? ¿Nos cogéis?- Quiso saber Bexx.
- ¿Nos disculpáis un segundo? Aquí mi amigo y yo tenemos que valorarlo.
Menudo dilema se nos planteaba. Por un lado les aceptaríamos sin dudarlo, pero por otro... A Ian no le gustaba la idea de que fueran hermanos y a mí, que Bexx fuese un chica. Sin embargo, apenas teníamos mes y medio para preparar el concierto en la sala Apolo, así que nos lanzamos a la piscina y les dejamos entrar en el grupo.
- Pero con una condición,- les advertí- debéis tener muy claro que el grupo será lo primero en vuestras vidas a partir de ahora.
-Sí, claro.- Aceptó Josh.- ¿Cuándo empezamos?
-Mañana a las 5 aquí. Y no hay escusas que valgan para no asistir.- Atajé cuando Bexx abrió la boca para decir algo.
Nos despedimos de ellos. ¿Qué era lo peor que podía pasar? ¿Que la actuación fuera un completo desastre? ¿Que no nos entendiésemos? Aquello tenía fácil solución si se producía: les echábamos y punto.