lunes, 30 de agosto de 2010

20.- Bexx Livesey: Primer encuentro.

Mi habitación era el reino del silencio y la luz dorada de los rayos de sol del mediodía que se colaban entre las persinas. No sé por qué eché, por primera vez, de menos el tic-tac de aquel viejo despertador de mesilla que había sido sustituído hacía tantos años por uno digital. Me giré, dándo la espalda a la ventana, buscando un poco más de oscuridad que no encontraba. Podría cubrirme con la sábana, pero el calor era sofocante.
Enfocado por un rayo de luz, que parecía estar dirigido hacia esa parte del armario, se encontraba un marco de fotos azul con espirales plateadas; dentro, una vieja foto de unos amigos en la playa. Tal vez, no fuera tan vieja, apenas un par de años...

-Oye, cariño, ¿por qué no vienes a jugar un poco?- Me preguntó Seth mientras corría hacía mi toalla donde me encontraba tomando el Sol.- Me van a dar una paliza...
Me incorporé un poco, y me puse las gafas de sol a modo de diadema para verle mejor. Suspiré de forma casi imperceptible; qué suerte tenía, mi novio era como Steven Strait en "La Alianza del Mal", pero con algunos años menos.
-Seth, después de jugar al volley 3 horas durante prácticamente toda la semana, lo último que me apetece es echar un partido.
-Como quieras, pero que sepas que mi muerte recaerá sobre tú conciencia.
Volvió sobre sus pasos con aspecto avatido mal fingido para que yo me decidiera a ir con él. Funcionó, terminamos ganando el partidillo.
Risas y más risas que se intercalaban entre baños, carreras y fotos, y que hacían de aquel día de playa un día perfecto, el día que se recordaría al rememomar el verano del 2008.
Al atardecer dimos un paseo por Third Street Promenade. Las terrazas de las cafeterías estaban a rebosar, al igual que los puestos, donde se concentraban un montón de turistas para llevarse un recuerdo de la playa de Santa Mónica. Según avanzábamos, unos acordes de guitarra, que el resto parecía no oir, iban llamando mi atención. A los pocos metros vi a un par de chicos tocando frente a una cafetería; dos chicos completamente normales, haciendo lo que muchos hacían: ganarse un dinero con la música. Sin embargo, no pude obviar la letra de su canción.
-...You think you have the perfect life, the perfect family, the perfect friends. But you only have the perfect lie...
Esa canción parecía estar escrita para mí. Todo mi mundo era una gran mentira, como una obra de teatro en la que yo representaba a la actriz principal, pero que no teminaba de creerse su personaje ni el del resto de actores.

Recuerdo las tremendas ganas de que me entraron de ahogarme en los ojos azules del cantante... ¡Oh, Jake! Hiciste que mi vida cambiase y ahora... ¡Ahora ya no estás! Por favor vuelve, te necesito tanto...
Abrí los ojos de golpe.
¡¿TE NECESITO?!

miércoles, 18 de agosto de 2010

19.- Ian Bardelli: El juicio

Ya ni sabía cuántos kilómetros había recorrido en mi huida y, ahora, vuelta a casa. Sólo esperaba que Jessica no me hubiera mentido y que hubiese encontrado un buen abogado, o como me había dicho "el mejor abogado, uno que nos dejará limpios". ¡Pufff! En qué lío me había metido...
Todo fue rápido, mucho más rápido de lo que jamás habría pensado. Recordé lo que me dijo Jake al finalizar el concierto, que para él había sido un visto y no visto. Tal vez lo que te produce un mayor nerviosismo por la importancia que pueda llegar a tener en tu vida pasa así, rápido. Tonterías; los exámenes finales se me hicieron eternos en su día.
Unos minutos antes de finalizar la vista del juicio, mi abogado llamó a un último testigo, alguien que nadie se imaginaba: mi hermana Laura. Estaba muy cambiada desde la última vez que la vi en persona, hará ya tres años; cierto era que nos habíamos pasado fotos y alguna vez habíamos realizado alguna videollamada, pero era distinto verla allí, a escasos metros de mí y tan formal.
-Ian no sería capaz de meterse en algo así.- Contestó cuando le preguntaron por mi presunta involucración en el asunto de las drogas.- No es tan inconciente como yo.
-Entonces, ¿qué crees que hacía en el lugar de la redada? Y también, ¿por qué huyó si no tenía que ver nada con ese mundo?
-Después de que yo me fuera a San Francisco, supongo que él siguió manteniendo contacto con mi ex, James Dickinson, y su hermana ,Jessica, con la que siempre se llevó bastante bien. Tal vez, fuese a ver a Jessica, y al verla tan asustada y sabiendo que tenía antecedentes por culpa de Dick, seguramente quiso ayudarla. No fue la forma más adecuada, ni siquiera la más inteligente, pero estoy segura de que no huyó porque tuviera algo que ver con la venta de estupefacientes.
Se hizo el silencio, seguido por un leve murmullo en la sala. Ojalá estuviera convenciendo a los miembros del jurado...
-Y usted,- Prosiguió el abogado- ¿En alguna ocasión se vio envuelta en los "negocios" de James Dickinson?
-No, por eso me fui. Ya tenía suficientes problemas en casa como para buscarme más fuera.- Respondió Laura para finalizar.
La próxima cita sería al día siguiente a las 5 de la tarde. Yo tenía que estar en todo momento localizable, pero no quería ir a casa, no sabía como mirar a la cara a mi familia sin morirme de la vergüenza; el único problema era que no tenía dinero ni para alquilar una habitación de motel de carretera. Por suerte, mi hermana se ofreció para pagarme una habitación en el mismo hotel en el que ella estaba alojada hasta que supiese el veredicto.
Antes de ir a nuestras respectivas habitaciones, fuimos a cenar a un restaurante cercano un poco. Hablamos de lo ocurrido en este tiempo, de lo que podían cambiar las cosas. Ella había pasado de ser una adolescente con un futuro de conflictividad a una joven que, tras prepararse y seguir estudiando, había entrado a trabajar hacía unos meses como recepcionista de una importante empresa; por mi parte, hice que se cumpliera el destino que siempre me esperó, meterme en asuntos que me quedaban demasiado grandes.
-Laura, tengo algo que confesarte.- Comencé sin apartar la vista de mi plato en el que jugaba con las patatas fritas.- Yo... Yo soy culpable. He vendido droga.
Mi hermana dio una calada profunda al cigarrillo que fumaba y expulsó el humo con delicadeza entre sus labios pintados.
-Lo sé, pero no pienso dejar que Franky terminé suicidándose porque no aguanta más a papá y mamá y no tiene quien le sirva de apoyo.
Clavé mis ojos en los suyos. Tenía razón. Ella no volvería, y aunque volviese, no conseguiría mantenar a flote a Franky como yo. No podía desaparecer de su vida.