miércoles, 18 de agosto de 2010

19.- Ian Bardelli: El juicio

Ya ni sabía cuántos kilómetros había recorrido en mi huida y, ahora, vuelta a casa. Sólo esperaba que Jessica no me hubiera mentido y que hubiese encontrado un buen abogado, o como me había dicho "el mejor abogado, uno que nos dejará limpios". ¡Pufff! En qué lío me había metido...
Todo fue rápido, mucho más rápido de lo que jamás habría pensado. Recordé lo que me dijo Jake al finalizar el concierto, que para él había sido un visto y no visto. Tal vez lo que te produce un mayor nerviosismo por la importancia que pueda llegar a tener en tu vida pasa así, rápido. Tonterías; los exámenes finales se me hicieron eternos en su día.
Unos minutos antes de finalizar la vista del juicio, mi abogado llamó a un último testigo, alguien que nadie se imaginaba: mi hermana Laura. Estaba muy cambiada desde la última vez que la vi en persona, hará ya tres años; cierto era que nos habíamos pasado fotos y alguna vez habíamos realizado alguna videollamada, pero era distinto verla allí, a escasos metros de mí y tan formal.
-Ian no sería capaz de meterse en algo así.- Contestó cuando le preguntaron por mi presunta involucración en el asunto de las drogas.- No es tan inconciente como yo.
-Entonces, ¿qué crees que hacía en el lugar de la redada? Y también, ¿por qué huyó si no tenía que ver nada con ese mundo?
-Después de que yo me fuera a San Francisco, supongo que él siguió manteniendo contacto con mi ex, James Dickinson, y su hermana ,Jessica, con la que siempre se llevó bastante bien. Tal vez, fuese a ver a Jessica, y al verla tan asustada y sabiendo que tenía antecedentes por culpa de Dick, seguramente quiso ayudarla. No fue la forma más adecuada, ni siquiera la más inteligente, pero estoy segura de que no huyó porque tuviera algo que ver con la venta de estupefacientes.
Se hizo el silencio, seguido por un leve murmullo en la sala. Ojalá estuviera convenciendo a los miembros del jurado...
-Y usted,- Prosiguió el abogado- ¿En alguna ocasión se vio envuelta en los "negocios" de James Dickinson?
-No, por eso me fui. Ya tenía suficientes problemas en casa como para buscarme más fuera.- Respondió Laura para finalizar.
La próxima cita sería al día siguiente a las 5 de la tarde. Yo tenía que estar en todo momento localizable, pero no quería ir a casa, no sabía como mirar a la cara a mi familia sin morirme de la vergüenza; el único problema era que no tenía dinero ni para alquilar una habitación de motel de carretera. Por suerte, mi hermana se ofreció para pagarme una habitación en el mismo hotel en el que ella estaba alojada hasta que supiese el veredicto.
Antes de ir a nuestras respectivas habitaciones, fuimos a cenar a un restaurante cercano un poco. Hablamos de lo ocurrido en este tiempo, de lo que podían cambiar las cosas. Ella había pasado de ser una adolescente con un futuro de conflictividad a una joven que, tras prepararse y seguir estudiando, había entrado a trabajar hacía unos meses como recepcionista de una importante empresa; por mi parte, hice que se cumpliera el destino que siempre me esperó, meterme en asuntos que me quedaban demasiado grandes.
-Laura, tengo algo que confesarte.- Comencé sin apartar la vista de mi plato en el que jugaba con las patatas fritas.- Yo... Yo soy culpable. He vendido droga.
Mi hermana dio una calada profunda al cigarrillo que fumaba y expulsó el humo con delicadeza entre sus labios pintados.
-Lo sé, pero no pienso dejar que Franky terminé suicidándose porque no aguanta más a papá y mamá y no tiene quien le sirva de apoyo.
Clavé mis ojos en los suyos. Tenía razón. Ella no volvería, y aunque volviese, no conseguiría mantenar a flote a Franky como yo. No podía desaparecer de su vida.

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