viernes, 18 de marzo de 2011

23.- Bexx Livesey: ¿Yo?

¿Cuánto tiempo había pasado? No sé... Creo que ya seis meses. Los Ángeles había seguido su rutina y yo, aunque fui dejando de transitar la ciudad como tal poco a poco, su rutina me arrastró. Tras el verano, la universidad comenzó de nuevo, y allí me reencontré con mis amigos: los que se fueron de interrail por Europa, los que estuvieron de retiro espiritual perdidos en las montañas, los que se fueron de viaje a México, los que se quedaron en casa disfrutando de su familia... Todos habían experimentado alguna nueva sensación durante las vacaciones, pero estaba segura de que ninguno como las mías.
Suspiré. ¿Y si en realidad todo fue un sueño? No, imposible. Yo sentí como nunca antes, yo supe lo que era la libertad tocando el bajo en un escenario delante de cientos de personas, yo... Yo mentí, haciéndome pasar por alguien que no era.
Maldita niña pija. Estúpida. ¿Creías que podías ser alguien qu no eres? No te creas más distinta de las que dicen ser punks con pantalones de 500$ y colgantes de calaveras de diamantes. Miré mi reflejo en el cristal de la mesa de la cafetería, y lo único que vi fue lo que mi mente me dijo; no podía cambiar el hecho de que nací pija y moriría pija...
Desvié la mirada hacía la entrada, intentando que las lágrimas que asomaban por mis ojos no terminasen derramándose y estropeasen mi maquillaje (Dios, hasta en eso era pija...). La gente paseaba por el muelle de Santa Mónica, ocupada en sus cosas, sin preocuparse por las de los demás. Menuda sociedad estábamos creando... Era extraño, ya no fingía, era yo como soy en realidad, y sin embargo, no me sentía más feliz. ¿De verdad era esa yo o ahora era cuando estaba intentando ser alguien que no soy sólo para no salirme del papel que tenía asignado en el mundo que me rodeaba?
Preguntas y más preguntas, pero ninguna respuesta. Estaba perdida en un oscuro laberinto en el que no asomaba ninguna luz.
De pronto me levanté y fui hacia la puerta de la cafetería sin saber por qué. Miré a mi izquierda y encontré la luz que me guiaría tantas veces como quisiera. No podía ser verdad... ¡Jake! ¡Jake! ¡JAKE! Y lo perdí de vista, alguien me tapó los ojos desde mi espalda.
-Adivina quién soy.- Susurró a mi oído Ryan.
Los rápidos latidos de mi corazón cesaron casi de golpe, la luz se esfumó. De nuevo debía ser Bess.