lunes, 19 de julio de 2010

18.- Jake Carter: El límite.

Todos tenemos un límite. Sabía que no debí haberme portado así con Franky, y mucho menos, con mi madre, pero era el momento de reventar.
Ian llevaba en paradero desconocido cerca de dos semanas, y en los últimos días, Franky se había quedado a cenar y, ya de paso, a dormir en mi casa. La verdad es que no me importó en un principio, total, Franky era casi como mi propio hermano pequeño, y yo sabía que para él yo era su segundo hermano mayor, pero nunca he tenido paciencia de sobra. Puedo aguantar un lamento, dos, incluso, si estoy de buen humor, hasta tres veces, eso sí, nunca de seguido; y eso fue lo que me pasó con Franky.
Llevaba rayándome la cabeza ya mucho con que si pobre de él, que ahora qué iba a hacer, que todo era culpa suya, que no entendía por qué sus hermanos le abandonaban sabiendo lo que ocurría en casa, bla, bla, bla, bla...
Dejé el boli sobre la mesa, respiré hondo y le dije, con el tono más calmado que fui capaz de expresar, dada mi situación:
- Deja de quejarte de una maldita vez, Francesco. Ian es mayorcito como para elegir lo que hace o deja de hacer, y eso no quiere decir que me parezca bien la mierda en la que se ha metido.- Maticé al ver la cara de espanto que ponía Franky.- Sólo digo que tu hermano sabía a lo que se arriesgaba, pero aún así, decidió que era la mejor forma que tenía para ayudar en casa.
-¿Pero de qué estás hablando?
-Cómo que de qué estoy ablando.- No me lo podía creer.- Tú en qué mundo vives, ¿eh? ¿Te crees que con la mierda de sueldo de tus padres y de tu hermano da para pagar todas las facturas? No es que estéis con el agua al cuello, no, ¡es que ya estáis medio ahogados!- Di un golpe en la mesa, asustando a Franky.- Y encima tú... ¡Eso!, sigue soñando con que todo en la vida te va ir bien, que conseguirás ir a la universidad cuando acabes el instituto... Siento decirte que no aceptan los números rojos de la cuenta bancaria en la matrícula.
Terminé jadeando, debido a la rabia que había ido soltando. El niño ya me tenía más que harto con sus quejas tontas de mundo de algodón de azúcar.
Conmocionado, se levantó despacio de la silla y se largó sin hacer ruido. No supe si había ido a casa o dónde, pero me daba igual, mientras no hiciese ninguna tontería.
Por la noche mi madre me preguntó, resignada, cuántas veces más se quedaría Franky a pasar la noche en casa. Le expliqué lo ocurrido aquella misma tarde, y con una tímida sonrisa dibujada en los labios, me dio las gracias. Antes de soltar otra vez alguna burrada por la boca, me levanté y me dirigí a mi cuarto, pero mi padre me ordenó que me volviese a sentar y que no me levantase hasta que todos hubiésemos acabado la cena.
-¿Quieres que vuelva? Muy bien, pues vuelvo.- Me acerqué a la mesa, colocándome junto a mi madre.- Eso sí, no pienso probar un solo bocado más, sólo le voy a decir a mi madre que supere de una jodida vez lo del accidente, porque no fue ella la única víctima, tú también perdiste un hijo y yo, a un hermano. Te estás martirizando tú solita, mamá.- Añadí ahora dirigiéndome directamente a ella.- LLevas igual 16 años y ya empiezas a cansar.
Dejé a mi madre llorando y me marché, pese a que mi padre no dejaba de gritarme que si salía por la puerta, no me molestase en entrar de nuevo en mucho tiempo. Sinceramente, ya me daba igual todo. Lo único que lamentaba era que no tuviese aún el permiso del juez para conducir, sino, cogería el coche y conduciría sin destino fijo, lo más lejos posible.
Sin otra alternativa mejor, comencé a andar, intentando que el cabreo se me pasara. Hasta que me vi a las tantas de la madrugada en un puente sobre la autopista, a un salto de la completa libertad.

1 comentario:

  1. cm se suicide te mato yo a yi e???
    jo es mi personaje fav....porq smpre me gustan to2 los personajes atormentados???

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