lunes, 5 de abril de 2010

5.- Jake Carter: Sueños en la carretera

-¡Eh, Carter!¿Hoy no te viene a buscar tu mamaíta?
Era el estúpido del novio de Chelsea, mi compañera de turno en la sección de música de los grandes almacenes. Pero claro, la pobre no podía aspirar a más que a ese musculitos chulo-playa; nadie en su sano juicio la soportaría a parte de él.
-No, vendrá la tuya. Quiere que le repita el favor del otro día, porque no le basta con tu padre.- Le contesté mirándole a los ojos. Quería ver como se volvía rojo de ira.
Se dirigió hacia mí con paso firme, decidido a mandarme al otro barrio de un golpe. No me inmuté lo más mínimo, sabía que mi autobús llegaría en unos pocos segundos; pero en el caso de que no fuera así, no tendría ningún problema en darle de ostias, ya estaba acostumbrado a pelearme con otras personas que me doblaban en tamaño. Sin embargo no hizo falta, como siempre, el bus llegó puntual. Me senté lo más atrás que pude y me despedí con la mano, mientras él me enseñaba el dedo corazón de su mano derecha desde la calle.
Me puse los cascos del móvil e inicié el reproductor de MP3. Tenía que repasar las últimas canciones... Sólo quedaban 3 semanas y aún no teníamos ni la mitad. ¿Y cómo íbaos a tener más si la mayor parte del tiempo sólo estábamos Ian y yo? Y encima, cuando podíamos estar todos juntos, la pija de Bexx siempre intentaba cambiar mis canciones:
"¿Y por qué no pones esto así? Jo, es que esto no tiene sentido. Esa rima es pésima. Si no lo cantaras de forma tan áspera, sonaría mejor. Deberías escribir una canción de amor, siempre gustan a todo el mundo..."
Dios, qué pesada. Si no la necesitáramos tan urgentemente la mandaba a la mierda.
Bueno, la primera canción no ha quedado ni tan mal. Ahora la segunda: ritmo de batería, perfecto; le tengo que decir a Ian que se retrasa un poco; bajo..., para mi desgracia, en completa armonía; y voz..., mierda, tendría que darle la razón a la niñita de papá y cantar más suave. Continué escuchándola, estaba bien, pero algo no me cuadraba. Le di vueltas a la cabeza: todo encajaba a la perfección, y aún así...
Frenazo. La intensidad de la parada me empujó contra el asiento delantero y no me dio tiempo a sujetarme debido a mi ensimismamiento. ¿Qué había pasado? Todavía no habíamos llegado a la parada más cercana. Decidí levantarme, a riesgo de perder mi asiento, para ver lo ocurrido.
Una multitud de gente se agolpaba en un paso de cebra. Un conductor se llevaba las manos a la cabeza. Las luces de una ambulancia, acompañadas de su pitido, brillaban a poca distancia. Una mujer agachada presionando algo. Un brazo inerte asomaba entre el círculo de piernas.
Noté que me mareaba. Esto es Los Angeles, no debería ponerme mal por un atropello, y menos si es de alguien que no conozco, pero no podía evitar sentirme como me sentí aquella vez, hace ya mucho tiempo.
En ese momento me dí cuenta de lo que fallaba en la canción, no era otra cosa que la letra... Sólo una frase, la que estaba sonando en aquel preciso instante. Sí, quedaría mucho mejor ahora:
... And I see my own dream dying in the road ...

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